viernes, 24 de diciembre de 2010

Un vals...

Danza, baila, siente la música.
Tu mano en su cintura, agarrados, firmemente. Tiempo forte, y tus pasos certeros.

Así es este duro camino. Esta recolección de momentos infames y variados, que recogen hechos inexistentes llamado Navidad. Es como un vals, donde no te puedes soltar, para no estropear el ritmo, el baile. No ser el que desentona.

Esa pareja que está bailando contigo es claramente lo que tú quieres que sea. Siempre tú, y nunca nadie más.

Baila, baila.

La música se vuelve lenta, y me suelto. Me suelto, desentono, y me encuentro solo en un salón de bailes.

No sé explicar la sensación, pero es parecida a esa. Un ridículo, una sensación de infeririodad y de añoranza, de añoro.

Y duele, duele. Ver sonrisas y preguntarte: "¿Pero por qué? ¿por qué?" y el baile continúa, sin que nadie pare, aunque ahora la música es más lenta, los pasos son certeros, y siguen agarrados firmes.


Y eso, es molesto.

A mi, la Navidad me duele.



I.D.

martes, 12 de octubre de 2010

Pero...

Sentimientos. Curiosos, literarios, poéticos. Sin embargo, tan científicos como cualquier otra cosa que hoy podamos tocar, hacer, construir o manipular. Todo es científico.

¿Pero por qué? No es filosofía, sólo cuestionarse las cosas. La propiedad privada nació cuando un hombre separó unas tierras y dijo "esta tierra es mía", y el progreso cuando otro preguntó: ¿por qué?

Sólo cuestiono. No niego ni denigro los sentimientos científicos. Sólo los cuestiono. Pero esto es aburrido. Donde quiero llegar es a un mundo ideal que ahora, a las 4:38 de la mañana se me viene a la mente.

Un mundo ideal tal que seamos manipulaciones científicas. Donde solo estemos coordinados por la mano bioquímica de alguien. Un mundo sin problemas de amor, ni odio, ni placer. Sólo, máquinas. Máquinas científicas con el don de la apatía y el "melasudismo".

Realmente no es un mundo ideal, si no uno triste, lúgubre, monótono y poco bello.
Pero la idealidad cambia con los estados de una persona o eso dicen.

Para mi, mi mundo ideal es uno en el que sólo estemos tú y yo. Pero no , si no Tú.
Un Tú supremo. La gente que lo merece, que lo obtiene por el cariño que precede a un abrazo, beso, o caricia.


Y no sé si sigo siendo humano, o un desecho químico. Pero...


Pero....

I.D.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Niño mayor

Es tarde, necesitaría estar durmiendo, porque mañana vuelvo a clase.
Pero me he parado un momento a pensar, y en esos instantes donde el sueño y la realidad se tornan similares, es cuando he pensado en algo, y con un esfuerzo (bastante) grande, me he levantado a coger el portátil, y escribir esto.

Si me paro a pensar, me siento como un niño. Un niño pequeño, cuyos miedos son tan exactos y claros como el miedo al fuego, arañas, agujas... Pero no en ese tipo de trivialidades. Es un miedo mucho más interno, pero similar a ese sentimiento. Es un miedo a perder, perderlo todo, y no conseguir nada de lo que me proponga. Es tener miedo a que me miren por encima y con la cara enternecedora con la que le haces carrantoñas a un bebé, me animes desoladoramente a continuar en algo que, como yo mismamente pienso, no tiene ningún sentido.

Es esa sensación de haber crecido, y haber madurado. Esa es la sensación que más rabia me da: suponía que al crecer los miedos se irían llendo. Un chico, siempre quiere y desea con todas sus ganas crecer, para hacer "lo que ellos quieran".
Sin embargo, cuanto más creces, más limitado te ves. Más normas te absorben y más miedo se acrecentan.

Esta sensación es horrible. Pero no puedo pensar en eso ahora. No, porque lo tengo todo.
Y cuando lo dudo, me asomo timidamente a la puerta del cuarto, y veo algo que me gusta ver. Un poco de independencia. Un poco de "ser yo".
Y un poco de amistad en el ambiente.

¿Cuanto duran las ilusiones? Espero... Espero que mucho.

Porque las ilusiones son la fuente del valor más profundo: Aquiles estaba lleno de ilusiones...



I.D.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Extraños

Amanece cada día al igual que anochece. Nada parece cambiar el curso de la naturaleza, el hecho de que aquí nosotros somos los intrusos. Cuando paso cerca del río, y me siento a la orilla, miro a mi alrededor. No veo un agua natural y limpia, si no un agua pestilente, contaminada de residuos. Veo obras, maquinaria pesada. La orilla se resiente, y la naturaleza tiende a seguir su curso.

Pero da igual. Eso, a nosotros nos da completamente igual.
Nos importa más bien poco, y nos reímos cuando vemos a alguien añorar algo que puede existir, si quisiéramos. Nos reímos de dulces ilusos, que les encantaría poder callar y oír el viento entre las ojas de los árboles. El césped moviéndose, creciendo y haciendo como si nada estuviera ahí.
Pero no oímos eso. Oímos coches, ruido.

Pero bueno.
¿Qué más da eso, verdad?

Es tiempo de ir y venir. Avanzar y crecer.
Tiempo turbio, extraño.

I.D.

viernes, 30 de julio de 2010

Humanos

Hoy me he dado cuenta de cosas que antes no. Ahora, viajando, he encontrado lugares tímidos a los ojos humanos, pero maravillosos a los ojos humanizados. He encontrado una serenidad infinita, y con tan sólo verlo.
Ha sido impresionante. Ver como las personas, ajenas a lo exterior se centran en sus cubículos de tecnología e información, donde nadie les puede decir "¡Naturalizate! ¡Se humano!" porque no lo entienden; preguntan con interés "¿Pero no soy humano ya?".
No.
No lo sois. No lo somos. Somos criaturas cibernéticas, componentes electrónicos de un ciurcuito social, mecanizado, automatizado. ¿Cómo vamos a ser humanos si no permitimos las nuevas ideas, no somos empaticos y apenas disfrutamos del momento, de la situación y de la palabra?

Quizás nuestra humanidad sea necesaria para ser "humanos".

Pero a mi, me habría gustado ser de otra manera. Lástima.


I.D.

sábado, 10 de julio de 2010

Carta

Un día, un sabio filósofo dijo: "Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho."...

jueves, 24 de junio de 2010

A saber dónde estoy. Quiero decir, mentalmente. ¿En qué piensas cuando todo te parece poco interesante? ¿Cuando lo menos interesante es un problema, y lo más interesante es tu propia vida? No sé qué pensar, ni en quién. Y quizás hoy en concreto no esté en condiciones de negociar con el pensamiento, pero siempre tendemos a romper las ilusiones en el mejor momento.

Y duele.



I.D.

jueves, 3 de junio de 2010

Secretos (Shhhh)

Es esa sensación de agobio. De creer tenerlo todo bajo control, de tener todo súbitamente calculado pero drásticamente planeado.

Es esa sensación de debilidad, de baja estima. Es cuando la noche te atemoriza, y el día te trae esperanza. Es cuando el agua es fría, tus lágrimas resbalan y tus manos tiemblan.

Es la sensación de placer oscuro, de querer lanzarlo todo por la borda y sonreír a un destino incierto, que cuidadosamente ojea despacio el relato de tu vida.

Sí, esa es la sensación. La sensación de haber hecho algo mal. Algo tremendamente mal.
O de que algo malo va a pasar. Algo muy malo.

Y lo sabes. Sabes que es él. Ella. Ambos. Sólo ellos.
Y tú no sabes qué piensan. Ni qué se dicen en silencio, en sus pensamientos exclusivos, únicos. Maravillosos.

De un viejo lobo, cogí la costumbre de contarle secretos a la luna llena. Ésta última, no lo pude hacer: No tenía secretos para la luna.

Ahora, le pido inútilmente que vuelva. Necesito contarle lo que hoy a vosotros os he comunicado.

Ella. Seguro que la luna me entenderá.
Y si no, siempre nos quedará su eterna... Eterna luz.




I.D.

lunes, 31 de mayo de 2010

Años

Hubo una vez, en una tierra de sueños, donde las mentiras quedan enterradas en claros cementerios iluminados por caricias y perdón, que quince años ha, una hermosa flor nació.

Creció, sus raíces se adherieron fuertemente al suelo, y su tallo le hacía crecer por encima de las demás. Las demás flores, la miraban con celos y envidia, pero la tierra fértil, de sueños, donde ella se crió le impedía verlo.

Sus pétalos crecieron y se desarrollaron hasta que su belleza era inigualable. Entonces, su tamaño sirvió como intersección entre el sol y la tierra y su sombra alcanzaba a oscurecer a las demás flores, que se marchitaron, lentamente.

Pero de repente, un sol negro la iluminó. La tierra se pudrió, sus raíces se deshincharon y su tamaño se redujo en un mundo donde la mentira colmaba el ambiente. Tétrico. Gris.

Las demás flores la miraban como a algo insignificante. Todo el mundo odiaba a esa flor.

Sin embargo, la flor, deprimida, escuchó una voz desde su corazón. Un pequeño insecto que se había acomodado en una de sus hojas, le susurró:

"Mientras tú me servías de casa, las demás de alimento. Mientras tú me protegías del sol, ellas morían por él. Mientras tú estabas conmigo, yo estaba contigo. A mi me sigues haciendo un favor"

La flor sonrió, y con coraje volvió a crecer, bajo un cielo negro, bajo mentiras, traiciones. Bajo un mundo real, donde la vida le deparaba las mayores sorpresas que nadie soñaría nunca tener.





Así eres tú. Así. Como esa flor, esa pequeña mota de sombra, que a los insectos sirvió como cobijo. Tú, cuyo ejemplo debe ser copiado y transmitido.

Que tu sonrisa dure otros quince años más.

Siempre, siempre, siempre sonríe.





... porque donde otros se pudrirán, tú saldrás adelante...


I.D.

sábado, 22 de mayo de 2010

Oda Y Germinaciones

VI
Y porque Amor combate
no sólo en su quemante agricultura,
sino en la boca de hombres y mujeres,
terminaré saliéndoles al camino
a los que entre mi pecho y tu fragancia
quieran interponer su planta oscura.
De mí nada más malo
te dirán, amor mío
de lo que yo te dije.
Yo viví en las praderas
antes de conocerte
y no esperé el amor sino que estuve
acechando y salté sobre la rosa.
Qué más pueden decirte?
No soy bueno ni malo sino un hombre,
y agregarán entonces el peligro
de mi vida, que conoces
y que con tu pasión has compartido.
Y bien, este peligro
es peligro de amor, de amor completo
hacia toda la vida, hacia todas las vidas,
y si este amor nos trae
la muerte o las prisiones,
yo estoy seguro que tus grandes ojos,
como cuando los beso
se cerrarán entonces con orgullo,
con doble orgullo, amor,
con tu orgullo y el mío.
Pero hacia mis orejas vendrán antes
a socavar la torre
del amor dulce y duro que nos liga,
y me dirán: "Aquella
que tú amas,
no es mujer para ti,
por qué la quieres? Creo
que podrías hallar una más bella,
más seria, más profunda,
más otra, tú me entiendes, mírala qué ligera,
y qué cabeza tiene,
y mírala cómo se viste
y etcétera y etcétera".
Y yo en estas líneas digo:
así te quiero, amor, amor,
así te amo, así como te vistes
y como se levanta
tu cabellera y como
tu boca se sonríe,
ligera como el agua
del manantial sobre las piedras puras,
así te quiero amada.
Al pan yo no le pido que me enseñe
sino que no me falte
durante cada día de la vida.
Yo no sé nada de la luz, de dónde
viene ni dónde va,
yo sólo quiero que la luz alumbre,
yo no pido a la noche
explicaciones,
yo la espero y me envuelve,
y así tú, pan y luz
y sombra eres.
Has venido a mi vida con lo que tú traías,
hecha
de luz y pan y sombra te esperaba,
y así te necesito,
así te amo,
y a cuantos quieran escuchar mañana
lo que no les diré, que aquí lo lean,
y retrocedan hoy porque es temprano
para estos argumentos.
Mañana sólo les daremos
una hoja del árbol de nuestro amor, una hoja
que caerá sobre la tierra
como si la hubieran hecho nuestros labios,
como un beso que cae
desde nuestras alturas invencibles
para mostrar el fuego y la ternura
de un amor verdadero.



"Los versos del capitán" - Pablo Neruda




I.D.

jueves, 20 de mayo de 2010

Ciertos Momentos

Soplo fuerte el teclado, quitando el polvo que se ha amontonado desde la última vez que escribí. Las teclas gastadas me recuerdan que los ciertos momentos que escribí aún quedan presentes en este blog. Y ahora, cuando me acerco a una decisión importante, me replanteo todo lo escrito anteriormente.

Nació de una idea. De una simple idea de poder almacenar esas improvisaciones en escritura rápida, sin pensar en consecuencias, que muchas veces mi mente traía consigo. Sin embargo, ahora es mucho más que eso: Ahora es un almacén de momentos, recuerdos, historias. Detrás de cada palabra hay un "para ti" y un "por ti".

Menos aquí. Creo que aquí sólo hay un interrogante: ¿cuales son esos ciertos momentos?

Pues son aquellos que te sacan una sonrisa. Te arrebatan un "Te quiero", o una lágrima o una carcajada. Son esas mañanas frías arropados en las sábanas, pensando en la borrachera del día anterior, o en la pareja que duerme contigo. Pensando qué harás ese mismo día.
Son los momentos de insomnio, aquellas dulces noches anhelando sus caricias, buscando una forma de expresar tu amor para que no estalle en tu alma.

Son todos los momentos de nuestra vida, incluso éste: este quizás sea el momento más importante de mi blog, porque con total seguridad describo lo que en otras entradas analizo con singular palabrería. Son esas situaciones incómodas, en los que la tensión te separan de sus labios, o te sujeta las manos para no abrazarle. Y esque esos momentos son los que hacen historia.

Además, no habría nacido sin él. Sin su identidad, sin su presencia. Pero ese es otro tema, otra entrada, que analizaremos otro día.


Es decir... Es... Otro momento...



I.D.

martes, 4 de mayo de 2010

Has vivido

No es extraño que estemos aquí ahora. He leído algo hace un momento, algo que me ha hecho pensar. Ese algo decía:

"Apenas a nadie puedo hablarle de la luna."

Leemos las cosas sin ver lo que realmente dicen. Nuestros pensamientos imparables van directos a la raíz semántica de la frase.
Esa frase se pudo pensar en mitad de un suspiro. O en mitad de un llanto. Quizás en mitad de una conversación, o en medio de una discusión.

Si no conocemos la circunstancia, ¿cómo queremos conocer el significado?
Y no sé por qué. La he leído y me he dicho: ¿qué querrá decir? Creí que lo había entendido, pero realmente lo he entendido?

Ahora, quizás, sí.

Y me gustaría responder a esa frase con otra:

"Has vivido."




I.D.

jueves, 22 de abril de 2010

Saber

"Hay quienes usan siempre la misma ropa, llevan amuletos, hacen promesas, imploran mirando al cielo, creen en supersticiones.

Otros siguen corriendo aun cuando les tiemblan las piernas, siguen aunque se queden sin aire, siguen luchando cuando todo parece perdido, siguen como si cada vez fuera la ultima vez, convencidos de que la vida misma es un desafío.

Sufren, pero no se quejan porque saben que el dolor pasa, el sudor se seca, el cansancio termina.

Pero hay algo que nunca desaparecerá: la satisfacción de haberlo logrado.

En sus cuerpos hay la misma cantidad de músculos, en sus venas corre la misma sangre.

Lo que los hace diferentes es su espíritu la determinación de alcanzar la cima, una cima a la que no se llega superando a los demás sino superándose a uno mismo..."



Hace un tiempo me compré un libro. Ese libro estaba sumamente escondido en la librería, detrás de grandes tomos de filosofía clásica y de "Aristoteladas" que me impedían encontrar algo de mi agrado. Era un libro pequeño, de unas cincuenta y siete páginas. Más parecía un ensayo que un libro. Ese libro era breve. Era tan sumamente breve e intenso que tardé tres meses en leerlo. Ese libro estaba escrito en oriente, y hace más de doscientos años (aunque lo que tenía en mi mano era una edición del 1998 traducida al castellano).


"Un gran general, llamado Nobunaga, había tomado la decisión de atacar al enemigo, a pesar de que sus tropas fueran ampliamente inferiores en número. Él estaba seguro de que vencerían, pero sus hombres no lo creían mucho. En el camino, Nobunaga se detuvo delante de un santuario Shinto. Declaró a sus guerreros:

-Voy a recogerme y a pedir la ayuda de los kamis.

Después lanzaré una moneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos. Estamos en las manos del destino.

Después de haberse recogido unos instantes, Nobunaga, salió del templo y arrojó la moneda. Salió cara. La moral de las tropas se inflamó de golpe. Los guerreros creyeron firmemente que saldrían victoriosos, combatieron con una intrepidez tan extraordinaria que ganaron la batalla rápidamente.

Después de la victoria, el ayudante del general le dijo:

-Nadie puede cambiar el destino. Esta victoria inesperada es una prueba.

-¿Quién sabe? - respondió el general, al mismo tiempo que le enseñaba una moneda... trucada, que tenía cara en ambos lados."


Ese libro quedó guardado en mi memoria durante mucho tiempo. Sus letras, sus frases. Toda esa sabiduría que se ve en los ojos grises, ajenos a tiempo y espacio, de alguien que ha vivido mucho (más de la cuenta) en situaciones de las que otros seres humanos tan sólo han oído hablar.

Y sin embargo hoy las recuerdo. Recuerdo como todo ocurría en ambientes dulces, serenos, capaces de esclarecer tu mente si lo querías.


No. Los fragmentos de hoy no pertenecen a ese libro.
Sólo su mensaje. No la forma de manifestarlo.

¿Por qué?
Ese libro pasó demasiado tiempo en esa librería. Demasiado tiempo callado, en silencio.



Creo que está claro, ¿no?





I.D.

martes, 13 de abril de 2010




Continuamos, como un aliento exhalado por la Tierra.
Y en las huellas de nuestros pasos dejaremos escrito el nombre de cada enemigo al que eliminaremos, y cada vez que respiremos será por aquellos compañeros que calleron.

Porque al fin y al cabo, esto es la guerra.




I.D.

sábado, 3 de abril de 2010

Sueño y Realidad




Al principio, alevosía para con la naturaleza.
La noche fría te arropa, y el cuerpo baila al son del viento, que lo mece como una muñeca de trapo. Las flores se cierran hasta dormirse, cayendo en el sueño profundo de tus pasos sauves, descalzos sobre la hierba que sonríe al contacto con tu piel.

Más tarde, circunspección natural.
Tus pasos se vuelven pesados, tu cuerpo parece que se va convirtiendo en un frío metal inamovible, pero poco a poco. Aún el viento con fuerza te mueve, y tu sonrisa permanece estoicamente en tu rostro. Las flores dormidas no hacen gestos de verte, y la hierba cede ante tu peso, y deprimidas deciden no levantarse. La noche empieza a ser más fría, con más luz.

Por último, deslumbramiento.
Abres la puerta. Tus ojos se ciegan por la luz, y tus manos pesadas van a tu rostro para cubrirse. Ahora ves todo claro, justo cuando nada parece que este a tu favor. Ya no hay noche. El primer sol del amanecer se jacta de tu ridículo intento por ofuscarte y huír de la única realidad que este mundo te va a conceder. Las flores dormidas despiertan lentamente, y como en una pesadilla van cobrando unas formas estrambóticas y tétricas. Sin embargo, tu mente permanece inalterable. Tu cuerpo se ha parado, el viento ya no sopla contigo y el baile se ha detenido. Esa puerta ahora es el amanecer de un nuevo día, un nuevo reto en la realidad tan oscura que nos toca vivir hoy.



"Pero bueno, siempre nos quedaran esos momentos a la luz de la luna y con la música del viento..."




I.D.

lunes, 29 de marzo de 2010

Caso excepcional



Él no era un caso excepcional de ser humano. Era "el" caso especial de ser humano.
La mayoría de la gente tiene expectativas sobre las cosas que acontecen a su alrededor, desde que los rayos de sol atraviesan el manto de la noche, hasta que se esconden en el horizonte anaranjado.

Normalmente, los objetos de nuestra admiración superan con creces las pruebas que nuestra mente les limita para nuestro autoconvencimiento sobre que no existe nada más eficaz que ese objeto en su campo.

Y con las personas pasa igual. A veces, nos limitamos a extender pruebas para las personas, sin pensar que en realidad todo el mundo es capaz de todo en esta vida. Sin embargo, llega el punto en el que te decepciona al no poder superar una prueba (sea entendido como se quiera, en el concepto propio de la palabra prueba).

La mayoría de la gente, se lleva desilusiones con respecto a lo que son o no son capaces de aceptar de otras personas.

Pero eso es... La mayoría de la gente.

Él es el caso excepcional. El caso que, para muchos, sobresale en la montaña de lo común. No hablo de él como persona excepcional si no como caso excepcional de expectativas cumplidas, y es que no puedo imaginar una prueba que él no pueda superar.

Siempre fue fuerte. Con desafiante mirada, inocente corazón y mecanizado pensamiento sobre la vida. Palabras tan exactas que notas el escalofrío que recorre tu mente al ir descubriendo poco a poco que es exactamente como te sientes, y como él habla.

Pero no puedo evitar afirmar que dentro de los casos excepcionales, siento cierta predilección por ese humano. Será porque no se achica ante nada ni nadie, o será porque demuestra que el ímpetu ante la vida es algo de corazón, que sólo la palabra adecuada puede hacer que el corazón más frío quede expuesto a las miras de los demás.
O quizás será porque tenemos más en común de lo que con nadie he tenido jamás.


¿Quién sabe? Sólo sé que él es esa excepción que confirma la regla:

"La desilusión es fruto de la idealización. Salvo para su caso, en mi opinión"


Esa regla que nos conduce a la "verdad" sobre nosotros y las demás personas. Es obvio que sin decepción, nunca conoceremos los límites naturales o morales de nadie.



A no ser, que esos límites estén en un terreno tan elevado de nuestro intelecto que seamos incapaces de imaginar dónde se encuentran...



Siéntete libre, hermano, porque sólo cuando eres libre puedes conocer tus límites... Y así conocer los míos.




Da Svidanyia, Tovarich.




"Recuerda quién eres..."


I.D.

domingo, 28 de marzo de 2010

Soledad

Soledad. Extraña sensación que enaltece el amor propio, el autoconocimiento y, en contadas veces, la autoconfianza. La soledad que nos deja intactos a la vista del orgullo, la dignidad, la frialdad.

Es perderse en tus memorias y recuerdos. Es sentirte uno con el entorno, poder cerciorarte de la minúscula presencia de criaturas fascinantes, hermosas. De elementos únicos, de detalles naturales.
Capaz de comprender la naturaleza humana, redefinir el siginificado de palabras como "amor", "amistad".

La soledad te permite acceder a zonas en tu mente que son inaccesibles en compañía.

Pero nunca estamos realmente solos. Siempre tenemos ese guía, ese eterno compañero. Ese ave que detrás de nosotros vuela, siguiéndonos siempre. Aunque no la veamos, aunque la confundamos entre otras miles de aves. Siempre está ahí.
Tenemos siempre esa presencia casi inconsciente que de veez en cuando nos susurra al oído que la vida es dura, que tenemos que seguir si queremos ganar.

Esa voz, que a veces es la de un padre, hermano, amigo y adversario que te ha enseñado. Un hombre de avanzada edad, que enérgicamente te sonríe para darte a conocer tu propio espíritu luchador. Esa frase que te susurra: "El corazón tiene que controlar la mente. Pero la mente ha de controlar el corazón". Un gesto, una posición, una mirada, una exhalación.

Esa soledad acompañada de susurros internos, de tus recuerdos.
No te sientes solo, porque nunca estamos solos.


Sin embargo, existe ese término. Existe la posibilidad de sentirse solo. Existen personas que se ven a sí mismas en el mundo solas, perdidas, sin nada ni nadie. Si se miran en el espejo, se derriten de dolor. Y si no se miran, se enaltecen de odio.

Me encantaría poder susurrarles despacio: "Ojalá existiera la soledad... Ojalá..."


Y desvanecerme... Como humo. Para estar "solo" sin estarlo. Para estar contigo sin verte, ni oirte, ni tocarte y también sin olerte.


Siempre contigo.
Siempre conmigo.

Siempre juntos, pero... solos.


"Volar a otro lugar, quedarme quieto... Allí la soledad es mi amuleto..."


I.D.

viernes, 26 de marzo de 2010

Aquí y ahora

Te paras. Los coches ruidosos a tu lado, te impiden pensar con claridad. La mirada perdida de la gente que avanza a tu diestra y a tu siniestra te hace ver que éste mundo es gilipollas. No. Mejor no. Recuerdas a Paulo Coelho y sigues andando, sin cambiar de rumbo. Tus pies se mueven por incercia ante la atenta observación minúscula que el sol te hace con sus rayos mañaneros.

Piensas, piensas y piensas. Sólo eso, piensas. Llegas al final de la calle, y estás de nuevo solo. Miras a la derecha, y no viene ningún coche, a la izquierda tampoco.

Cruzas. En el paso de peatón algo parece no ir bien. Pero vas encerrado en tus pensamientos, y el ruido ya no te saca de ellos. Piensas en ti. En tu actitud, en tus miedos. En cómo afrontarlos sin dañarte demasiado. Y de repente, el sol se torna frío. La luz blanca que notas te desnuda la mirada, y cierras los ojos tímido, te tapas y notas una cálida sensación de un líquido que cae sobre tu rostro, tus manos.

Y caes inconsciente.

Ahora, en tu inconsciencia, ves claro. te ves a ti, parándote de repente en mitad de la calle. Mirando con incredulidad a la gente que te rodea. Pero te ves, como si estuvieras por encima de ti, como volando. Sigues andando después de sonreír, por la misma calle que minutos antes recorrías. Llegas a ese paso de peatón que te hizo ver esa tremenda luz, esa frialdad y luego esa sensación de bienestar. Y te ves cruzando la calle con el semáforo en rojo. Una furgoneta vino tinto se estrelló contra ti, aunque el claxón sonó varias veces. Te ves boca arriba y encharcado de sangre. E inconsciente.

Y todo, te dices, por pensar. Sonríes. Sonríes desde las alturas. No te puedes ver las manos, ni los pies. No sabes cómo ves, no existes en ese momento. No eres más que un ente de energía que ve como su cuerpo material se ha destrozado por pensar en otra cosa que no en el Aquí y Ahora.

Y lo peor es que Aquí lo entiendes. Justo... Ahora.




"Aquí y ahora. Vive libre de ataduras..."

I.D.

jueves, 18 de marzo de 2010

Dulce sueño

La miras. Nunca creíste haber visto nada más hermoso en la naturaleza que su imagen. Le sonríes, y tu corazón baila de alegría, amenazando seriamente con salirse del pecho donde tus límites corporales le oprimen.

Quieres rozar su piel, acariciar su rostro. Sientes las infinitas ganas de besar sus labios.

Allí, inmóvil, mirándote con ese brillo en sus ojos que te hace sentir tan especial.
Su piel es sensual, sus labios unos imanes y sus ojos son el lecho donde te gustaría dormir eternamente.

Te acercas a ella, y notas como su fragancia te rodea, su olor, su risa. Ahora eres completamente suyo, atrapado para siempre en ese bucle de lujuria, placer y amor que tantas veces soñaste.

Sus labios te reclaman, sus manos te buscan, sus ojos te encarcelan. Tus manos, sedientas del elixir de su perfume, la acarician, tus labios beben de su esencia y tus ojos se encuentran con los suyos, haciendo de ese momento el más dulce de toda tu vida...

viernes, 12 de marzo de 2010

La Vía Abrupta

"Alba. Alba de conciencias y de cuerpos. Siluetas sombrías, inmóviles, que descansan erguidas sobre cojines redondos, piernas cruzadas, rodillas en tierra, nuca erguidas, ojos semicerrados, respiración lenta y profunda.
Calma, calma. Silencio. Perturbado a veces - ¿se puede decir que el canto de un pájaro turba el silencio?- por la ronca voz del maestro que comenta, lentamente, textos sagrados arcaicos, impregnados de una sabiduría tan antigua como el universo.
En el cuerpo, calor, tensión, ondas difusas e irradiantes en continuo vaivén, de centro a centro, despiertan órganos y chakras: sutiles energías de las que se toma conciencia...

¿Acaso es esta la verdadera conciencia, este modo de pensar desde lo más íntimo del no-pensamiento? El ser se convierte en su propio espejo al dejar alternar fantasmas y realidad desnuda, intuiciones fulgorantes y vacío interior que se despereza sobre sí mismo como un océano de olas tranquilas,
¿Dónde está el yo, dónde la ilusión? Los fenómenos y su esencia se entremezclan en esta posición de Buda que enlaza lo definido y lo infinito.

Aquí, en el dojo se está solo y acompañado. Más el dojo, ese lugar donde se practica la vía, sendero que corre bajo nuestros pies, que aparece y desaparece a cada instante, que se anuda a nuestro aliento y vida, el dojo puede encontrarse por doquier: donde un ser humano desee pararse unos instantes, sentarse sin hacer nada y transformarse por un tiempo en el centro del cosmos: en esta posición, la vida cotidiana adquiere su sentido y encuentra su lugar, ya que en medio del fragor de la meditación la magnifica y enraíza.

Conocete a ti mismo y conocerás el universo, propone el axioma repetido tantas veces a través de los siglos: aquí y ahora, en el za-zen se realiza.
Respetate a ti mismo y respetarás la vida: cuando Taisen Deshimaru dice que za-zen representa la más alta dimensión del ser humano tiene razón, pues el ser se reencuentra y se descubre allí, sumergido en su fuente, donde no se limita. Descubrid el verdadero sentido del Zen, esa forma abrupta de despertar..." - Marc de Smedt (La práctica del Zen, por Taisen Deshimaru)





En el silencio, la soledad se desvanece.



I.D.

domingo, 7 de marzo de 2010


- ¡No lo conseguiremos!
- ¡Tonterías! ¡Sólo lo dices porque nadie lo ha conseguido jamás!

sábado, 6 de marzo de 2010



Oyes el agua del río fluir lentamente delante de ti. De rodillas delante de ese pequeño paso de agua clara, limpia. La noche se cierne, y tú contemplas esa naturaleza que te rodea pensando en lo maravilloso que sería tener alguien ahí a tu lado, con quién compartir los secretos que se cruzan por tu mente.
Ves a los peces tranquilos, en el agua. Algún conejo que avanza por el campo hasta su madriguera. Algún ave que ha traído comida para sus crías, en un árbol verde que crece, como si quisiera tocar la luna con sus ramas.
Toda la naturaleza tan estable. Y tú ahí, quieto, respirando tranquilamente y sientiendo que nada ni nadie puede romper la tranquilidad de tu santuario.

Cierras los ojos, y respiras profundamente...

Eres libre. Libre de sentimientos, de lazos, de emociones.
Tú, la Naturaleza y yo. Los tres.



"Semplicemente..."


I.D.

martes, 2 de marzo de 2010


No siempre habrá canciones que te sirvan de consuelo. Al menos no hoy.
Aunque siempre quedará ese acorde suelto, que te haga pensar en el mañana.



"Sin ti, sería silencio..."


I.D.

sábado, 27 de febrero de 2010

Creencias

Si miramos un instante a nuestro alrededor, podremos ver que cada persona está ligada firmemente a una creencia. La creencia, por ejemplo, de un mañana mejor. La creencia de que se acaben las guerras, de que encontremos soluciones a nuestros problemas.

Es curioso como el ser humano ha buscado desde el principio de los tiempos algo en lo que creer. Dioses, seres mitológicos... No podría encontrar una respuesta firme a si existe algo más allá de nosotros, o no. No podría demostrar que ese Dios en el que muchas personas creen, no existe.

Sólo puedo asegurar que la creencia en algo superior hace cosas maravillosas. El ser humano necesita algo en lo que creer, algo que esperar. Cuando no te queda nada, cuando crees que lo has perdido todo, entonces es cuando necesitas pedir o creer que todo irá bien. Es magnífico y emocionante ver como algo tan efímero como la vida tiene como base la creencia.

A veces, nos empeñamos en intentar desmentir la existencia de la segunda mayor creencia que existe: La religión. Nosotros, humanos pecadores, creadores de males y problema radical en la Naturaleza, nos planteamos la posibilidad de destrozar algo que para muchas personas es la base de todo su día a día.

¿Qué más da? ¿Y si ellos quieren creer, qué más da?

Somos egoístas. Intentamos adjudicarle adjetivos con malas connotaciones a La Religión, cuando la ciencia que nos demuestra la supuesta inexistencia de Algo Superior es nuestra mayor creencia y la mayor Religión de todas. Intentamos exterminar la esperanza en corazones ancianos, que han visto con sus ojos como un mundo nacía de las cenizas de otro anterior.

Nosotros no creemos que exista algo más allá, porque sencillamente no hemos visto lo que otras personas sí. Muchos de nosotros no hemos visto sanar un cáncer, ni hemos visto como un paralítico se convierte en una de las personas más importantes en el mundo del deporte.
Algunos no hemos estado delante de un arma, y no hemos sobrevivido a una guerra, ni hemos estado recogiendo los escombros de nuestra casa, y al año siguiente vivir en unas condiciones inmejorables, con la familia que te quiere a tu lado. Tampoco hemos visto como un ciego recupera la vista, ni como un paciente en coma vuelve a su estado normal.

No hemos estado delante de esas situaciones, aunque algunas nos suenen. Yo, por ejemplo, no he visto ninguna. Pero sí que he oído hablar de ellas.

Quizás, ellos sí tengan algo en lo que creer. Alguien a quién adorar.
Yo no me hago entonces, responsable de exterminar esa ilusión, ese muro de piedra que levanta el hombre con sudor y que además, protege su corazón de instrumentos irracionales.

No. Cada humano debe creer en lo que así su corazón le dicte.
¿Acaso somos mejores que La Iglesia? ¿Acaso no confíamos nosotros en la Física, en las Matemáticas?
Somos infectados en un mundo infectado. Somos seres con creencias, y por mucho que nos pese siempre seremos así. Unos creerán en Dios. Otros en una ecuación matemática que responde a la relatividad entre espacio y tiempo.

¿Qué más da?
Al final, lo importante, es ver la sonrisa en ese rostro, confiando en que nunca, nunca y nunca le abandonará aquello en lo que cree.

Después de escribir ésto, me veo en la obligación de expresar mis creencias, aparte de las científicas como ya he dicho.
En lo que creo, es algo muy real. Es algo muy cercano a mi y que siempre está conmigo.

Creo en mí mismo. Hay que saber creer en uno mismo. Ahora, y siempre.

¿Y vosotros? ¿En qué creeis?



I.D.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Agresividad

"Hacer la guerra y matar es malo, pero también es un error no estar preparado para denfederse. No tenemos cuchillos, así que hagamos una daga de cada dedo; nuestros garrotes han sido confiscados, así que convirtamos cada puño en un garrote; no tenemos lanzas, pero de cada brazo hagamos una lanza, y de cada mano abierta una espada."
Daruma - Fundador de la filosofía Zen

Vivimos en un mundo atrapado en la agresividad cotidiana. Nuestras manos son capaces de convertir el instrumento más impropio e inútil en el arma más mortal para otro ser humano.
En ésto, somos especialistas.

Durante toda la Humanidad, el ser humano ha desarrollado cientos de métodos para sanar el costipado, para hacer mejorar a una persona con gripe. Se ha logrado implantar pulmones de otras personas en cuerpos ajenos. Se ha logrado clonar una criatura de La Creación. Somos especialistas en convertir el mundo en nuestro mundo. Somos Dioses en una Creación menor.

Pero sin duda, en lo que más hemos avanzado es en matarnos. Aún, no hay cura al cáncer. Millones de personas mueren por enfermedades que podrían ser solucionadas. Cientos de miles mueren por gripe, aún hoy en nuestro siglo. Cientos de niños siguen cavando las tumbas de sus hermanos menores, sus padres. Y nosotros mientras desarrollamos una cabeza nuclear táctica, capaz de eliminar la población de una ciudad en cuestión de segundos, carbonizar los campos, desintegrar edificios o simplemente eliminar la vida.

El hombre necesita una luz que les guíe. No necesitamos un líder como nosotros: una persona con errores. Necesitamos algo en lo que creer, algo por lo que luchar y alguien a quién proteger. Aunque las tres sean en esencia la misma cosa: nosotros.

Necesitamos protegernos de nosotros mismos. Luchar por y contra nosotros mismos, creer en nosotros mismos.

Nosotros somos la respuesta a nuestro error. Somos la incógnita en la ecuación de la Existencia. Somos ese elemento indispensable pero innecesario que conforman nuestras constantes vitales en este planeta.



Todavía hoy me pregunto "¿por qué?"
En países orientales, sabios y otros "iluminados" establecían normas morales, "dojos" capaces de convertir a un hombre de armas en el mayor defensor de la paz que puede existir. Poseen una cultura no científica, que confía en conceptos tan extravagantes como "la energía Ki", el alma, la corriente vital y toda esa parafernaria que a nosotros, los occidentales, nos suena a Chino, nunca mejor dicho...


Hoy, sin embargo, iremos más allá. Avancemos, destrocemos las ideas rutinarias de que este mundo es agresivo, de que en realidad el ser humano tiende a luchar, a matar. Olvidemos cómo se empuña un arma, y conviertete en una. Olvidemos cómo odiar, y seremos infinitamente libres de rencores. Olvidemos cómo soñar, y deseemos alcanzar la meta que nos proponemos: Ser mejores que el Adán y Eva que Dios creó, ser humanos eternos. Dejemos nuestra huella en este mundo, pero sin pisar fuerte: apenas una sombra...



I.D.

"El espíritu del Zen arma al hombre de paz...
... y pacifica al hombre de armas..." - Daruma

domingo, 21 de febrero de 2010

Extraña sensación




Tengo esa extraña sensación de estar haciendo cosas que en un momento, ya hice. Esa sensación de ser la sombra de alguien que no eres tú, de ser la secuencia de palabras que un destino incierto y desconocido dicta al oído a tus pensamientos.

¿Por qué hoy sigo pensando así? ¿Acaso no es suficiente con vivir así?

Al parecer, no. Hoy más que nunca siento esa placentera comodidad de saber que las cosas que quiero hacer están hechas, y que soy el único caminante que deja mis huellas, sin seguir ningún camino de baldosas amarillas que me lleven a la Tierra de Oz.

Me encanta escuchar lo que en silencio se dice, lo que las miradas leen sin saber el idioma del corazón. Otra vez esa absurda ansiedad por querer reventar sin más, de no saber qué escribir e intentar expresar lo que mis neuronas relacionan entre sí.

Como aquel día.

Sin embargo, aún no hemos terminado. El camino es largo, y las pruebas suficientes. Convirtámonos en nuestros guardianes, sin mirar objeto de malos augurios. Dejaré de llorar perdones y hablaré sólo de lo que tú no sabes, para que puedas conocer, a través de mi...

... qué es lo que ocultan nuestros ojos...



I.D.

jueves, 18 de febrero de 2010

Carta a un Camarada

A veces, cuando estamos en esa línea delgada que no nos permite diferenciar entre realidad y paranoia, es cuando recurrimos a nuestro más preciado fusil: la meta a alcanzar.

Nosotros, civiles de una guerra sin cuartel entre los miembros de la sociedad, somos lo que tenemos pendiente por hacer, lo que deseamos y lo que imaginamos.

Pero eres más que eso. Tú no eres un civil que quite los escombros de la calle: eres el combatiente de los dos bandos, una pieza elemental en una guerra necesaria.

Tú, Camarada, eres exactamente lo que eres. Un Camarada de la sociedad, un elemento indispensable de la misma. Eres un elemento indiscutible que se insertó en nuestro grupo tiempo ha, cambiando nuestra forma de pensar, vivir y de ver las cosas. Quizás, sin ti, no estaría aquí, ni así.
¿Quién sabe? Yo no me atrevería a desmentirlo.

Bien sabes, Camarada, que tengo lo que tengo por mucho más de lo que soy: tengo lo que tengo por vosotros.
Y en última instancia, Camarada, tengo lo que tengo por dos personas, de las cuales tú eres una de ellas.

Camarada, pocos pueden presumir de tener mi sincera gratitud. La amistad no es algo que se forje con palabras, si no con tiempo y actos.

Esto es un blog vacío, palabras acumuladas que entraran por tus ojos e irán formando imágenes mentales o quizás pensamientos que te traigan recuerdo de ciertos momentos de nuestra vida.

O quizás sean más que palabras, y lo que te esté diciendo es que si mañana muriese y me preguntasen si me arrepiento de conocerte, con voz firme, segura y clara diría: No. Nunca me arrepentiría de conocer a una persona excepcional.

A un maestro que me ha enseñado tantas veces por dónde caminar. A un General que ha comandado sus consejos por las líneas de fuego enemigas, y ha adquirido experiencia por la súbita derrota, y las esperadas victorias.

Así eres. Un soldado de la sociedad, un general en el pensamiento.

Pero ante todo, eres un hermano para nosotros. Y para mi, un maestro.


Da Svidanyia, Camarada.


Felicidades.

martes, 16 de febrero de 2010

Lugar...

Si abres los ojos, la luz del amanecer te ciega. Giras la cabeza y te tapas con los brazos la cara, parpadeando y mirando alrededor despacio, acostumbrando tu vista al paisaje.

Todo está lleno de vasos, botellas, trozos de disfraces, móviles rotos, alguna que otra chaqueta perdida... Y el dulce aroma del desenfreno y la fiesta.

Tu cabeza te da vueltas, y te ves semidesnudo en la calle, con un vaso vertido a escasos centímetros tuyas, aún en tu mano.

Te levantas como puedes y te arrastras, débilmente, rozando con tu mano las paredes que tu mente crea para apoyarte y caes al suelo una, y otra, y otra vez.

Aún ves a algún rezagado, alguna sombra que se retira a su casa, a dormir. Donde deberías estar tú.

En casa.

¿De dónde eres? O mejor... ¿A dónde vas?

Te sientes extraño en este mundo, sientes que tu lugar está lejos de aquí. Tu sonrisa se pierde entre tus recuerdos, y ahora el mareo se hace más fuerte e intenso. Tu casa. Tu lugar.

No es que no lo recuerdes: es que no eres de aquí. Este lugar es demasiado complicado para ti, demasiadas aventuras y peligros para una mente como la tuya, para un cuerpo como el tuyo. Te ves reflejado en un cristal, y tu imagen distorsionada te permite observar un resquicio de locura en tus gestos.

Necesitas irte.
Lo necesitas.

Te mueves desesperadamente, te giras, corres, gritas, lloras, suplicas... De repente, un sonido atronador se acerca y alcanzas a ver el frontal del camión antes de caer al suelo. Abres lentamente los ojos y crees ver tu alma partir. El camionero se baja, y te mira. Con una sonrisa irónica, se monta y se marcha de nuevo. Nadie te socorre, porque nadie te ve.

Tú ya no estás ahí.
Ahora estás en casa.






I.D.

domingo, 14 de febrero de 2010

Luna y serpiente




Me conocí a mi mismo, sentado en la mesa solitaria que está en el centro de ese antro. Ahí, justo ahí.

Cuando entré, me vi llorando la pérdida de las costumbres, y mi falta de atención a los suaves estímulos de la vida. Me vi ahogando mis recuerdos en una copa sucia de ron añejo y mis ropas, echa jirones, me transmitieron la más dura de las lástimas.

Lentamente me acerqué a mi, y me quedé cerca, escuchando los susurros inaudibles de una persona que ahora estaba pidiéndome en silencio una sonrisa.

Me senté a mi lado, y me hablé durante toda la noche. No levanté la mirada de la copa, pero sabía que me estaba escuchando.

Me conté cientos de historias, y me relaté cientos de cuentos. Mi mirada no se despegó del vaso hata que me levanté, me puse una mano sobre mi hombro y con un susurro le dije:

- Siempre nos quedará arrastrarnos bajo la luna, como serpientes, sabiendo que tenemos que conformarnos con verla desde el más sucio suelo...

Entonces si levanté la mirada. Me miré y me vi allí, hablándome sobre la vida a mi mismo.

Dejé la copa a un lado, y rompí a llorar. Sonreí, mientras me iba, cuando mi voz, rota por el silencio que había mantenido, me susurró desde la mesa central de aquel antro de allí:

- Siempre nos quedará arrastrarnos bajo la luna... como serpientes...


Y desde aquel día, no volví a saber de mi...




I.D.

sábado, 13 de febrero de 2010

Fito y Fitipaldis - Antes de que cuente diez



"Puedo escribir y no disimular
es la ventaja de irse haciendo viejo
no tengo nada para impresionar
ni por fuera ni por dentro
la noche en vela va cruzando el mar
porque los sueños viajan con el viento
y en mi ventana sopla en el cristal
mira a ver si estoy despierto.

Me perdí en un cruce de palabras
me anotaron mal la dirección
ya grabé mi nombre en una bala
ya probé la carne de cañón
ya lo tengo todo controlado
y alguien dijo no no no no no
y ahora viene el viento de otro lado
déjame el timón
y alguien dijo no no no.

Lo que me llevará al final
serán mis pasos no el camino
no ves que siempre vas detrás
cuando persigues al destino
siempre es la mano y no el puñal
nunca es lo que pudo haber sido
no es porque digas la verdad
es porque nunca me has mentido.

No voy a sentirme mal
si algo no me sale bien
he aprendido a derrapar
y a chocar con la pared
que la vida se nos va
como el humo de ese tren
como un beso en un portal
antes de que cuente diez
y no volveré a sentirme extraño
aunque no me llegue a conocer
y no volveré a quererte tanto
y no volveré a dejarte de querer
deje de volarme un día en el barro
y entre tanto barro me encontré
algo de calor sin tus abrazos
ahora sé que nunca volveré."



I.D.

lunes, 8 de febrero de 2010

No sé qué hacer...

Ya no sé qué hacer cuando tus caricias rozan mis pensamientos, cuando todo es diferente sobre el mismo sitio. Cuando me siento como un niño que no quiere aceptar la realidad, cuando no sé hasta cuanto contar mientras escondemos nuestros secretos sin mirar.

No sé qué hacer cuando olvido mi nombre para recordar el tuyo, cuando intento respirar por los dos. Tenemos el mismo billete con distintas paradas, y no sé seguir en ese tren si te bajas.

No sé qué hacer mientras espero, mientras veo el mundo que te rodea como una espiral de daños y alegrías. Siento que es tiempo de exhalar todo el tiempo que perdí mientras te miraba, y rehacer mis costumbres en algún tejado, a la luz de las velas, contemplando las estrellas.

No sé qué hacer cuando tu mirada se clava en mí, cuando con dulces palabras me gritas la verdad, y yo no quiero oírla.

Pero sin embargo, sé que por encima de todo eso, hay canciones que me recuerdan a tus gestos, a tus labios. Hay veces en las que el viento sopla en dirección opuesta a mi mirada, y arrastra tu olor, y sé que estás ahí. También sé que es un camino que he de recorrer solo, andando sobre mis errores, y dando vueltas muy cerca de ti, esperando la decisión que me diga si todo esto ha merecido la pena, o si por el contrario solo éramos dos lobos de distinta manada…





I.D.

domingo, 7 de febrero de 2010

PALABRAS PARA JULIA

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.




José Agustín Goytisolo

sábado, 6 de febrero de 2010

Luna



... hablo de esas noches, sentados en el suelo de tu terraza contemplando como la luna poco a poco aparece, como si escalase entre las altas torres de viviendas de la ciudad, y se muestra espléndida ante ti, en esa noche oscura que el sol ha traído en su espalda.

Esa luna es blanca, pura. Es una luz de plata que baña todas las caras de la tierra sin distinción. Baña las caras de policías, terroristas, ladrones y banqueros, jugadores de fútbol y niños que juegan al escondite en el manto de estrellas que les viene encima. Esas personas, aparentemente tan distintas están siendo bañadas por la misma luna que tú ahora estás observando con detenimiento. Y eso te resulta hermoso porque es ahí donde te das cuenta de que sois humanos. Humanos bañados por la misma luz de plata, por la misma intensidad.

Y tú te sientes bien ahora, sabiendo que todos sois iguales, que la luna es la única que no hace distinción de razas, culturas, ni color de pieles. Sencillamente se limita a mirarnos, enaltecida por nuestras plegarias de sueños y esperanzas, desde esa eterna noche que aún admiramos, sin conocer todos sus secretos.

Al fin y al cabo somos eso. Frutos de nuestros deseos, de nuestras pequeñas lunas en el interior.


Ya es tarde. La luna se va, y el sol vuelve a nacer, clavando agujas anaranjadas en el horizonte. Me voy ya, que ahora necesito descansar.

Quiero volver a verte, Luna.

jueves, 4 de febrero de 2010

Amarte...

Quiero amarte en silencio pero quiero gritarle al destino que ahora, mandamos nosotros...



I.D.





"- ¿Me estás espiando?
- No, ¿por qué lo dices?
- Porque siempre estás ahí... cuando más lo necesito..."

lunes, 1 de febrero de 2010

Firmeza, seguridad.

Mírate.
Eres una joven luchadora, atrapada en un mundo que te pide a voces que te hagas fuerte, de hielo. Vives como otros sólo añorarían. Miras al frente, día a día, y das un paso, asegurándote de que el terreno para el siguiente está despejado.

Te envidio. Luchadora, firme, serena. Eres como una serpiente letal, atrapada en un cuerpo humano, esperando cada momento adecuado, cada simple reacción para tomar una decisión apresurada, y no fallar.


Quizás envidie esa forma de afrontar el error, de corregir los problemas. Miras al frente, con mirada resuelta, con sentimiento contenido. Sonríes, y donde otros dirían "basta" tú dices: "¿parar ahora?"

Siempre llegas donde quieres. Tienes lo que puedes desear, y hoy te lo digo.

Sea lo que sea, si lo quieres, lo tienes.


Somos producto de nuestra experiencia, y tú eres la figura de la paciencia, de la sensatez.
Llegarás donde muchos otros se han quedado pensando, mientras actúas, mientras deduces a una velocidad vertiginosa para cualquier mente mortal.
Tú, eres la firmeza de la esperanza, la luz de la luna reflejada sobre el agua de ese estanque, tranquilo, apacible.
Hasta que se le tira una piedra, que las ondas alteran su forma.


Relájate. Siéntete feliz, sonríe y hacia delante siempre.



Como un día dijeron unos sabios:
"Nada hay bajo el sol que no tenga solución, nunca una noche venció a un amanecer..."







Ahora y siempre. Se tú misma.




I.D.

Control

Somos incapaces de reconocer la derrota moral. Somos marionetas en manos de nuestro propio sentimiento y pensamiento, hasta que decidimos cambiar esa norma estricta.

No dejan de ser nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Nosotros somos los únicos guías en el sendero, la única esperanza que albergar cuando nada nos quede.

Nosotros y sólo nosotros. Nuestra soledad, nuestra fortaleza interna. Nuestros muros de hielo y nuestras paredes de papel. Todo eso, somos nosotros.

Al menos eso crees. Eso creemos hasta que de repente, una luz tan fuerte que te impide ver ilumina tu interior, y te nubla los sentidos. Unos carnosos labios te susurran palabras que desconocías, y unas manos acarician tu piel haciéndote sentir mucho más de lo que eres.

Te abandonas a ese sentimiento, creyendo que sólo tú podrás controlarlo. Pero no es así. Ya no.

Ya no te dominas, ya no eliges tu camino. Te has vuelto presa del miedo a perder, del pánico a estar solo. Ahora, ya no eres quién creíste ser.

Es tan sencillo jugar con las palabras y los gestos, que te duele que sea tan real. Es algo hermoso, cierto, pero también muy doloroso.

Ahora tus ojos anhelan su mirada, y tus labios encarecen el precio de la victoria hasta desear únicamente los suyos.







Pero llegarán los tiempos en los que sólo una persona era importante para ti. En los que vuestro camino era de uno, con las mismas metas y objetivos. Dejarás de desear su mirada, y empezarás a anhelar esa compañía que creíste abandonada, y que siempre estuvo ahí. Y esa compañía eres tú. El mismo guardián de siempre. La misma espada que se interpone entre la realidad y tu corazón. Siempre alerta, siempre presente.


A veces desearía dejar de complicar tanto las cosas. Pero me es imposible. Soy como soy.


Y soy quién soy.




Recuerda quién te enseñó todo.
Nunca olvides quién es tu guardián.




I.D.

domingo, 31 de enero de 2010

Tiempo perdido

Cierra los ojos, y mira en tu interior. Busca despacio esa oscuridad que ciñe tu corazón, que te oprime los sentimientos. Cierra los ojos, y siente el aire rozar tu piel. Siente la brisa de la mañana rozar suavemente tus mejillas. El cálido sol que te ilumina. Estás sólo en este momento. Siempre has soñado con quitarte los malos pensamientos y emociones, que forman una parte esencial de tu existencia.

Ahora tienes la oportunidad. Relájate y siente las aves volar, piar. Siente las nubes moverse, escucha las palabras que el viento te susurra al oído. Aprende el idioma del agua e intenta comprender la canción del fuego. No te levantes. Escucha a tus pulmones recoger el oxígeno.

¿Notas esa sensación? Ahora tienes la oportunidad de expulsarla.



Abre los ojos...
Esta es la realidad. Esta es esa cruda realidad que te ha convertido en el odio que sientes.

Mírame a los ojos mientras te muestro la verdad. ¿Notabas esa sensación de tranquilidad? Sólo palabras, nada existe.

Míenteme, hazme daño con tus palabras. Golpea mi ser, hazlo trizas con tu sonrisa. Mátame, revíveme. Se humana y sobre todo no olvides nunca qué somos nosotros.


Recuerdame siempre. Odiame, maldiceme. Quiéreme, hazlo a tu manera, pero ámame. Siente que estoy cerca de tu oído, acariciando con mis manos tu delicado cuello de cristal, y que no dudaré en romper con un golpe de lujuria, con una mirada de deseo.





Ten cuidado con lo que deseas... Podría hacerse realidad.




I.D.

Atrevete a dejarme...

¿Y qué hacer?
Siento que nada más puedo.

Es esa sensación de debilidad que se apodera de tus sentidos cuando notas su presencia. Es ese estúpido momento en el que vendes quién eres por un beso.

Ahora, aprendes a aceptar las consecuencias de tus actos. Aprendes a redimir tus pecados pasados, absorbiendo del dulce néctar de su piel, intentando dar los pasos correctos, sin fallos.

Un ser humano, por muy perfeccionista que sea, siempre comete fallos.

Me encantaría, pues, dejar de ser humano.

Poder ser alguien a quién puedas amar hasta que te duelan los labios, hasta que tu cuerpo te pida un respiro. Me encantaría ser entonces, esa criatura que te despierte por las mañanas, para ver los primeros rayos del alba en tu oceánica mirada, y beber de ella, acariciar las maravillas que tu mente me ofrece con esos ojos.

Entonces me encantaría ser el aire que respiras. Para estar cerca, tan cerca que sea el motivo de tus dulces risas y amargas lágrimas.

Oh, si pudiera... Si pudiera darte el cielo, te bajaría hasta el último astro para que te sientas como en casa, para que con tu luz ilumines las noches, nos olvidemos de la luna, tan plateada y pobre...

Tan sólo sé que me encantaría poder no ser quién soy. Poder ser perfecto para ti. Sólo para ti. Poder decirte lo que te quiero. Poder saber qué piensas, y tenerte a mi lado.


Siempre nos pasa igual. Vagamos por las ramas de los sueños, esperando encontrar frutos verdes en lugar de podridos, y cuando creemos encontrarlo es tan frágil, tan delicado, que te da miedo acariciarlo y romper ese magnífico momento.

Eso es lo que siento y veo. Algo delicado y frágil. Algo que hemos de sujetar bien, para evitar que se caiga.






Porque si me dejas, haré de tu mundo una realidad. Si me dejas, le hablaré al sol de tu mirada.



Atrévete a dejarme. Ven conmigo...







I.D.

lunes, 25 de enero de 2010

Cadenas

De repente un día, sentirte importante contigo mismo.
Oír como tu conciencia te susurra "lo has hecho bien".

Es en esos momentos cuando nuestra mente funciona al máximo de su capacidad. Cuando nosotros somos la causa y consecuencia de nuestros actos.

Cuando nuestras limitaciones se extienden más allá de palabras, besos y caricias es cuando nosotros nos sentimos realizados.

Es esa sensación que te llena, y que te hace sentir que no hay nada que pueda parar tus pies en el mundo, que con cada paso que das rompes cadenas que te atan a la compostura y protocolo social.

Es la misma mirada turbia que sólo se ve en peliculas, en la mirada de una joven que lo pierde todo, o en la de un joven con sus sueños aún por realizar.

Pero esa mirada es ahora nuestra. Nosotros somos los dueños de nuestros pasos, y la llave de nuestras cadenas. Somos criaturas imperfectas de una creación más imperfecta aún, pero somos la capacidad de resolver esos problemas que inundan nuestra mente.

Ya nada puede pararnos. Hemos comenzado a evolucionar, a pensar por nosotros mismos. Somos una generación visionaria, que donde otros observan una mano nosotros contemplamos una oportunidad para cambiar el mundo que nos rodea.

Nos llaman ilusos. Nos llaman idealistas. A mi me gusta llamarlo realidad. Una realidad dura, donde otros se quedan atascados pensando en las consecuencias en lugar de las causas, donde nuestra conciencia se ve limitada en exceso a decir la mitad de lo que piensa, por miedo quizás a represiones sociales.


Somos humanos con voluntad de hierro. Somos humanos con férrea lealtad a nuestra conciencia. Y hoy además, somos humanos dueños de nuestros actos.


Miraos al espejo, y contemplad a la persona que puede cambiarlo todo. Con una sonrisa, con una palabra, con una mirada. Pero puede cambiarlo todo.






I.D.

sábado, 23 de enero de 2010

Corazón

Su rostro está cansado. Ves sus manos fatigadas afferrándose con desesperación al últmo aliento de su cuerpo. Está en la cama de un hospital que no cuenta con los medios necesarios para traerle de vuelta.

Su mirada gris, pero llena de sabiduría, de conocimientos que harían temblar hasta el último Rey del mundo, te mira con tristeza.

Ambos sabéis que no seguirá así por mucho tiempo.
Te acuestas a su lado, abrazándole. Él te da la mano, y cierra los ojos para sentir tu presencia.
Notas la vida corriendo de un lado a otro en sus venas, mientras su corazón da las instrucciones de última hora para evitar lo inevitable.

Tus lágrimas mojan su pijama. Lloras por impotencia. Por inseguridad.

Por injusticia.

Él te acaricia la mejilla y te seca las lágrimas en un sobreexceso de fuerzas.
Gira la cabeza y sin mirarte te susurra algo, que apenas alcanzas a oír.

"Hija mía. Cada vez que te veía sonreír, sentía que mi vida cobraba un nuevo sentido. Cada vez que llegaba de trabajar, y te encontraba feliz en casa, mi corazón se agitaba para recordarme que eres el motivo por el que día a día lucho. No quiero verte llorar, mi amor. No quiero verte triste. Quiero que seas feliz, que luches con tu alma y nunca te rindas. Que la vida es muy puta, y tienes que ser fuerte. Te quiero, te quise y te querré siempre. Nunca me olvides, porque aún muerto seguiré siempre contigo. Te quiero. Te quiero."

Su voz sonaba firme. Pero su edad le restaba seguridad. Su corazón, maltrecho, le susurraba las palabras que ahora recorrían tu mente despacio, asimilando la despedida.

Es doloroso. Te aferras a su mano y le besas la cara. Lloras fuerte, pidiéndole a Él que te devuelva a tu padre, a tu magnífico mentor. Que tanto te quiso y educó. Siempre, siempre.

Ahora, sin embargo, su corazón empieza a dar un grito agónico, y tu alma con él.


Sus ojos grises se cierran, y en su boca se dibuja una sonrisa.

Notas punzadas en la cabeza, y sientes como tu corazón se vacía. Se vacía de sentimientos, porque él no está. Se vacía de emociones, porque él no está. Se vacía de vida, porque él no está.

Y decides seguir con él eternamente. Tu mirada se cruza en todas direcciones con el susurro de la muerte aún acechando en la cama.

Te secas las lágrimas y empiezas a dormirte, a su lado. Todavía está cálido.




Él no sólo fue tu padre.
Ni tampoco ésto es una historia dramática.

Es el hecho de como nuestro corazón se muere, mientras lloramos su pérdida.





A veces, nuestro mayor dolor es nuestro verdadero corazón.



I.D.

miércoles, 20 de enero de 2010

En mis sueños...

Soñar con ella no es agradable.
Es sentirte vacío.

Los sueños reflejan una condición que me encantaría saborear.
Me encantaría respirar de su silencio, y dormir con sus manos entre las mías. En mis sueños la abrazo fuerte, buscando palabras escondidas en su sonrisa, contemplando cada detalle de su rostro para después poderlo describir a la noche, que atenta me escucha.

En mis sueños, mi corazón se vuelve de cristal a su vista: no esconde nada que no haya. Un corazón repleto de amor, de cariño. En mis sueños, por las mañanas, cuando más nos cuesta levantarnos, son mis labios en su espalda los que le dicen "te quiero".

En mis sueños, ando descalzo por sus miradas, intentando llegar al océano azul de sus ojos. Me sujeto a mis esperanzas, y respiro hondo, dejándome llevar por su voz.

Mis dedos dibujan sonrisas en su pecho, y escriben palabras de amor en su piel.

En mis sueños, cada instante es eterno para ambos. Cada ave nos mira con recelo al pasar por la ventana. Las nubes se agolpan para espiar nuestros actos, y el sol ya no nos ilumina por envidia de la pureza de nuestro amor.


Al fin y al cabo, sólo son sueños.






I.D.

martes, 19 de enero de 2010

Baila....

Dulce melodía acaricia tus oídos, y una suave brisa se cuela por tus manos abiertas, danzando con los ojos cerrados al rítmico sonido de la noche.

Tus pies se mueven como encantados por algún hechizo. Uno, dos, tres. Uno. Uno, dos, tres. Uno.

Oyes las palabras del viento y escuchas sus consejos al rozar tu pelo negro. Sonríes, y la música se hace más intensa.

Descalza sobre la hierba mojada, notas el frío entre tus dedos, y la humedad en la piel.

Te hace sentir bien, viva. Y bailas, disfrutas, bebes de la noche y de sus pasiones.



Más humana, más natural.
Cómo eres en realidad.


I.D.

Recuerda...

Levántate y mira a tu alrededor. Aún estamos aquí.

"Nunca actúes en contra de quién eres. De tus principios. Recuerda siempre quién eres."






"El héroe es el que se recuerda a sí mismo..."




I.D.

lunes, 18 de enero de 2010

Déjame.

Déjame dartelo todo.
Déjame andar sobre este suelo embarrado de ilusiones, sueños. Déjame pisar las huellas de mis predecesores, y no cometer sus errores. Déjame sonreírte y demostrarte que digo la verdad.

Déjame que te acaricie como nadie lo ha hecho, déjame que te abrace y te susurre palabras al oído. Déjame soñar contigo, un sueño de eternidad.

Déjame enfadarme por no tenerte, déjame ser estúpido. Déjame llorar en silencio, y gritar mis penas.

Déjame ser feliz en la ignorancia. Déjame pensar que tengo oportunidad de mirarte como el ángel que eres. Déjame que te diga todas las cosas que pienso, sin miedo a equivocarme.

Déjame esperarte aquí. Déjame volver.

Déjame demostrarte lo que la noche esconde en su manto, lo que las estrellas me cuentan. Déjame que te enseñe los misterios de las palabras, de la luna, del corazón. Déjame ser el guía en nuestro desierto. Déjame ser el corazón palpitante que alimente tu ser, que te de fuerzas.


Déjame amarte.







I.D.

domingo, 17 de enero de 2010

¿Quién sabe?

La ves. Intocable, majestuosa. Cruel con la vida, cruel con los sueños. Es una figura tétrica en un ambiente gris, es un cuerpo de mujer perfecto con la sombra recortada por la luna. La ves sonriente, mirándote fijamente.

Y tú. Ahí, parado. Estás enfrente, con el viento de frente y la luna de cara.

Mujeres. Criaturas sorprendentes sin duda. Pueden decírtelo todo con una mirada como de repente quitártelo todo con una palabra.

Te sientes lleno al mirarla. Te sientes completo, y notas esos latidos del corazón que se aceleran poco a poco, y su presencia más cerca. Te envuelve su perfume. Notas su mano en tu rostro y embobado te ahogas en la mirada de ángel que ves en ella.

¿Y ahora qué?

Nada. Estás embobado, tenías miedo. Sientes que su perfume se aleja, su risa se adentra en un callejón donde sabes que no puedes seguirla. y aún te queda en tu alma la espina que llevas clavada desde que la viste.
Esa espina que te susurra a la cabeza, y te grita al corazón que la beses.
Que no pierdas tiempo.

Pero tú no lo haces. ¿Miedo? A su reacción. ¿Por qué? No quiero perderla. ¿Y si no la pierdes? Ganaría mucho. ¿Te atreves? No.

Demasiados interrogantes y respuestas directas atormentan tu juicio.

Y temes cometer ese error que estás deseando cometer.




Aún así, no pierdes la esperanza. Quizás...

Quizás... Tengas tiempo.



O quizás no.



¿Quién sabe?



I.D.

Nightwish - While your lips are still red



"Sweet little words made for silence not talk
Young heart for love not heartache
Dark hair for catching the wind
Not to veil the sight of a cold world

Kiss while your lips are still red
While he's still silent
Rest while bosom is still untouched, unveiled
Hold another hand while the hand's still without a tool
Drown into eyes while they're still blind
Love while the night still hides the withering dawn

First day of love never comes back
A passionate hour's never a wasted one
The violin, the poet's hand
Every thawing heart plays your theme with care

Kiss while your lips are still red
While he's still silent
Rest while bosom is still untouched, unveiled
Hold another hand while the hand's still without a tool
Drown into eyes while they're still blind
Love while the night still hides the withering dawn


Kiss while your lips are still red
While he's still silent
Rest while bosom is still untouched, unveiled
Hold another hand while the hand's still without a tool
Drown into eyes while they're still blind
Love while the night still hides the withering dawn"






"Please, Kiss me while your lips are still red..."
I.D.

viernes, 15 de enero de 2010

Palabras...

- Por eso, tengo presente que él no será el amor de mi vida.

- Eso... No lo sabes. Ojalá lo pudieramos saber, porque si yo lo supiera, no perdería el tiempo: le bajaría cada estrella del cielo sólo para verla sonreír... Pero no es así. No existe nadie de momento... Mejor así.

- Guarda esas estrellas para el momento en el que exista. Ahora, sólo dedicate a observarlas...






I.D.

Miradas de hielo.



Te sientes feliz contigo misma.
Sientes como las palabras que ahora te susurra al oído llegan hasta tu alma con tal intensidad, que parecen bailar de júbilo en tu cuerpo.

Como en una nube, sonríes, cierras los ojos y mentalmente te introduces en su mirada de hielo, electrizante y misteriosa.

Esa mirada que te hace sentir llena, por el simple hecho de estar dirigida a ti.

"Te quiero" piensas. Como si leyera tus pensamientos, te susurra al oído palabras que hablan de amor, intensidad, eternidad...

Abres los ojos y notas su fría presencia al lado. Te abraza, te promete el cielo. Tú, como tonta, le crees.

Le vas a besar. Pero no está. Él ya no está.
Esa figura que te decía suavemente que eras la inspiración que le hacía volar, ya no está.

Se ha ido junto con sus promesas. Con sus ilusiones.
Esa figura, ese ideal ha muerto.

Te duele. Te duele tanto que deseas llorar de rabia hasta que tu mente te pida que pares, hasta que tu cuerpo se destroce de dolor.

Una tristeza muda, un corazón inhibido hablan por tus lágrimas.

Miras alrededor y el paisaje se te torna hermoso. Pero duele.

Porque no está él.
Ni sus ojos de hielo.

Ni sus palabras cálidas, ni sus abrazos.





Miras a la luna escondida detrás de las nubes, las estrellas parpadean poco, muy tenues en el manto de la noche.




"Porque esa noche, hasta las estrellas llorarán contigo...."






I.D.

lunes, 11 de enero de 2010

Identidad.

Notas como una extraña opresión te sobrecoge. Una garra fría te aferra el corazón y la mente, mientras te adentras en unos pozos sin fondo, buscando respuestas que sabes que no están ahí.

Te duelen las decisiones, te duele ser tú mismo. Te duele equivocarte, y te duele acertar.
Incluso te duele no hacer nada.

El sudor frío baja por tu espalda, mientras se te acelera el corazón.

¿Qué hacer? Notas como las manos te tiemblan, y la sangre se enfría rápidamente en tu cara.

Tiritas de frío.

¿Frío? ¿O miedo...?

Miedo a afrontar las situaciones, a vertelas contra el mundo.

Te acercas más a la respuesta, envuelta en una espiral de odio. Los pozos no fueron solución y ahora te encierras en tu subconsciente intentando averiguar qué hacer.
Pero el tiempo corre, y no a tu favor.

Decide. Planifica. Piensa en tiempo récord.

Se como quieres ser.
Siempre.


Porque es algo que nunca se debe olvidar ni perder.
Nuestro sello de identidad.

Semper fi.


"Recuerda quién eres."



I.D.

domingo, 10 de enero de 2010

Te estaba esperando...



Andas por la calle, con la mano en los bolsillos. Caminas despacio, pisando el barro sobre las piedras de esa céntrica calle, en el mismo corazón de la capital. Tu sombrero de ala ancha, agujereado más por las guerras que por las penurias de los años, decae levemente sobre tu lado derecho. Miras al suelo. Llevas puesta unas botas militares roídas, por ratones, por la vida.

Escuchas a los niños jugar bajo la incesante lluvia. Tu ropa hecha jirones te delata como soldado del Tercio.

Las calles están plagadas de soldados. Ves carruajes a tu lado pasar, y salpicar casi con desprecio a los plebeyos que como tú, levantaban una nobleza y un reinado estancado en la miseria.

Un carro se detiene a tu lado. El cochero, mete prisa a otro carro que ha tenido un percance con las ruedas. Te detienes, levantas la vista del suelo y miras la situación del carruaje majestuoso, con corceles blancos como la nieve, y un cochero enfurecido que parecía expulsar llamas en lugar de palabras. Extraña situación.

Sigues andando, cuando por instinto te detienes y te giras. Hay unos ojos en el interior del carruaje.

Unos malditos ojos oscuros, pero azulados. Una sonrisa endiabladamente hermosa y una mirada penetrante como cualquier estaca. La miras, te quitas el sombrero.

Le sonríes, leve inclinación de cabeza, movimiento semicircular del sombrero, y de nuevo a la cabeza.

Ella, se tapa con el abanico la mitad de la cara.
Pero sus ojos te siguen mirando. Le susurras palabras que se te ocurren, y que ella no va a oír.
Hablas solo, sin gesticular demasiado.

El carro se marcha veloz y su mirada continúa como la estela de una estrella fugaz.
Ves que cae un pañuelo rojo. Te acercas, lo recoges.

Hay algo escrito en él, con tinta.

Sonríes.
Ojalá pudieras saber quién es esa dama. Quién te ha robado el corazón, y una sonrisa.

Guardas el pañuelo, y decides seguir caminando.
El suelo ya no está tan embarrado. Ahora, no pisas sobre las piedras, si no sobre tus pensamientos.
Andas en ellos, respiras de ellos.

Una simple mirada.
Una simple sonrisa.

Y toda una vida para ella.

Sólo esperabas que al igual que tú, ella también estuviese pensando en ti.


Eres demasiado poco para ella. Ni un insecto.


"Te estaba esperando" decía la tinta.

"Te estaba esperando" decía su mirada.

Pero "no te quiero conmigo" decía su sonrisa.


Duele, quizás.
Duele...



I.D.