domingo, 17 de enero de 2010

¿Quién sabe?

La ves. Intocable, majestuosa. Cruel con la vida, cruel con los sueños. Es una figura tétrica en un ambiente gris, es un cuerpo de mujer perfecto con la sombra recortada por la luna. La ves sonriente, mirándote fijamente.

Y tú. Ahí, parado. Estás enfrente, con el viento de frente y la luna de cara.

Mujeres. Criaturas sorprendentes sin duda. Pueden decírtelo todo con una mirada como de repente quitártelo todo con una palabra.

Te sientes lleno al mirarla. Te sientes completo, y notas esos latidos del corazón que se aceleran poco a poco, y su presencia más cerca. Te envuelve su perfume. Notas su mano en tu rostro y embobado te ahogas en la mirada de ángel que ves en ella.

¿Y ahora qué?

Nada. Estás embobado, tenías miedo. Sientes que su perfume se aleja, su risa se adentra en un callejón donde sabes que no puedes seguirla. y aún te queda en tu alma la espina que llevas clavada desde que la viste.
Esa espina que te susurra a la cabeza, y te grita al corazón que la beses.
Que no pierdas tiempo.

Pero tú no lo haces. ¿Miedo? A su reacción. ¿Por qué? No quiero perderla. ¿Y si no la pierdes? Ganaría mucho. ¿Te atreves? No.

Demasiados interrogantes y respuestas directas atormentan tu juicio.

Y temes cometer ese error que estás deseando cometer.




Aún así, no pierdes la esperanza. Quizás...

Quizás... Tengas tiempo.



O quizás no.



¿Quién sabe?



I.D.

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