viernes, 12 de marzo de 2010

La Vía Abrupta

"Alba. Alba de conciencias y de cuerpos. Siluetas sombrías, inmóviles, que descansan erguidas sobre cojines redondos, piernas cruzadas, rodillas en tierra, nuca erguidas, ojos semicerrados, respiración lenta y profunda.
Calma, calma. Silencio. Perturbado a veces - ¿se puede decir que el canto de un pájaro turba el silencio?- por la ronca voz del maestro que comenta, lentamente, textos sagrados arcaicos, impregnados de una sabiduría tan antigua como el universo.
En el cuerpo, calor, tensión, ondas difusas e irradiantes en continuo vaivén, de centro a centro, despiertan órganos y chakras: sutiles energías de las que se toma conciencia...

¿Acaso es esta la verdadera conciencia, este modo de pensar desde lo más íntimo del no-pensamiento? El ser se convierte en su propio espejo al dejar alternar fantasmas y realidad desnuda, intuiciones fulgorantes y vacío interior que se despereza sobre sí mismo como un océano de olas tranquilas,
¿Dónde está el yo, dónde la ilusión? Los fenómenos y su esencia se entremezclan en esta posición de Buda que enlaza lo definido y lo infinito.

Aquí, en el dojo se está solo y acompañado. Más el dojo, ese lugar donde se practica la vía, sendero que corre bajo nuestros pies, que aparece y desaparece a cada instante, que se anuda a nuestro aliento y vida, el dojo puede encontrarse por doquier: donde un ser humano desee pararse unos instantes, sentarse sin hacer nada y transformarse por un tiempo en el centro del cosmos: en esta posición, la vida cotidiana adquiere su sentido y encuentra su lugar, ya que en medio del fragor de la meditación la magnifica y enraíza.

Conocete a ti mismo y conocerás el universo, propone el axioma repetido tantas veces a través de los siglos: aquí y ahora, en el za-zen se realiza.
Respetate a ti mismo y respetarás la vida: cuando Taisen Deshimaru dice que za-zen representa la más alta dimensión del ser humano tiene razón, pues el ser se reencuentra y se descubre allí, sumergido en su fuente, donde no se limita. Descubrid el verdadero sentido del Zen, esa forma abrupta de despertar..." - Marc de Smedt (La práctica del Zen, por Taisen Deshimaru)





En el silencio, la soledad se desvanece.



I.D.

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