miércoles, 24 de febrero de 2010

Agresividad

"Hacer la guerra y matar es malo, pero también es un error no estar preparado para denfederse. No tenemos cuchillos, así que hagamos una daga de cada dedo; nuestros garrotes han sido confiscados, así que convirtamos cada puño en un garrote; no tenemos lanzas, pero de cada brazo hagamos una lanza, y de cada mano abierta una espada."
Daruma - Fundador de la filosofía Zen

Vivimos en un mundo atrapado en la agresividad cotidiana. Nuestras manos son capaces de convertir el instrumento más impropio e inútil en el arma más mortal para otro ser humano.
En ésto, somos especialistas.

Durante toda la Humanidad, el ser humano ha desarrollado cientos de métodos para sanar el costipado, para hacer mejorar a una persona con gripe. Se ha logrado implantar pulmones de otras personas en cuerpos ajenos. Se ha logrado clonar una criatura de La Creación. Somos especialistas en convertir el mundo en nuestro mundo. Somos Dioses en una Creación menor.

Pero sin duda, en lo que más hemos avanzado es en matarnos. Aún, no hay cura al cáncer. Millones de personas mueren por enfermedades que podrían ser solucionadas. Cientos de miles mueren por gripe, aún hoy en nuestro siglo. Cientos de niños siguen cavando las tumbas de sus hermanos menores, sus padres. Y nosotros mientras desarrollamos una cabeza nuclear táctica, capaz de eliminar la población de una ciudad en cuestión de segundos, carbonizar los campos, desintegrar edificios o simplemente eliminar la vida.

El hombre necesita una luz que les guíe. No necesitamos un líder como nosotros: una persona con errores. Necesitamos algo en lo que creer, algo por lo que luchar y alguien a quién proteger. Aunque las tres sean en esencia la misma cosa: nosotros.

Necesitamos protegernos de nosotros mismos. Luchar por y contra nosotros mismos, creer en nosotros mismos.

Nosotros somos la respuesta a nuestro error. Somos la incógnita en la ecuación de la Existencia. Somos ese elemento indispensable pero innecesario que conforman nuestras constantes vitales en este planeta.



Todavía hoy me pregunto "¿por qué?"
En países orientales, sabios y otros "iluminados" establecían normas morales, "dojos" capaces de convertir a un hombre de armas en el mayor defensor de la paz que puede existir. Poseen una cultura no científica, que confía en conceptos tan extravagantes como "la energía Ki", el alma, la corriente vital y toda esa parafernaria que a nosotros, los occidentales, nos suena a Chino, nunca mejor dicho...


Hoy, sin embargo, iremos más allá. Avancemos, destrocemos las ideas rutinarias de que este mundo es agresivo, de que en realidad el ser humano tiende a luchar, a matar. Olvidemos cómo se empuña un arma, y conviertete en una. Olvidemos cómo odiar, y seremos infinitamente libres de rencores. Olvidemos cómo soñar, y deseemos alcanzar la meta que nos proponemos: Ser mejores que el Adán y Eva que Dios creó, ser humanos eternos. Dejemos nuestra huella en este mundo, pero sin pisar fuerte: apenas una sombra...



I.D.

"El espíritu del Zen arma al hombre de paz...
... y pacifica al hombre de armas..." - Daruma

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