De repente un día, sentirte importante contigo mismo.
Oír como tu conciencia te susurra "lo has hecho bien".
Es en esos momentos cuando nuestra mente funciona al máximo de su capacidad. Cuando nosotros somos la causa y consecuencia de nuestros actos.
Cuando nuestras limitaciones se extienden más allá de palabras, besos y caricias es cuando nosotros nos sentimos realizados.
Es esa sensación que te llena, y que te hace sentir que no hay nada que pueda parar tus pies en el mundo, que con cada paso que das rompes cadenas que te atan a la compostura y protocolo social.
Es la misma mirada turbia que sólo se ve en peliculas, en la mirada de una joven que lo pierde todo, o en la de un joven con sus sueños aún por realizar.
Pero esa mirada es ahora nuestra. Nosotros somos los dueños de nuestros pasos, y la llave de nuestras cadenas. Somos criaturas imperfectas de una creación más imperfecta aún, pero somos la capacidad de resolver esos problemas que inundan nuestra mente.
Ya nada puede pararnos. Hemos comenzado a evolucionar, a pensar por nosotros mismos. Somos una generación visionaria, que donde otros observan una mano nosotros contemplamos una oportunidad para cambiar el mundo que nos rodea.
Nos llaman ilusos. Nos llaman idealistas. A mi me gusta llamarlo realidad. Una realidad dura, donde otros se quedan atascados pensando en las consecuencias en lugar de las causas, donde nuestra conciencia se ve limitada en exceso a decir la mitad de lo que piensa, por miedo quizás a represiones sociales.
Somos humanos con voluntad de hierro. Somos humanos con férrea lealtad a nuestra conciencia. Y hoy además, somos humanos dueños de nuestros actos.
Miraos al espejo, y contemplad a la persona que puede cambiarlo todo. Con una sonrisa, con una palabra, con una mirada. Pero puede cambiarlo todo.
I.D.
No hay comentarios:
Publicar un comentario