
Anoche soñé por unos segundos delirantes que me perdía en la inmensidad de tus labios. Soñé que cada célula de mi cuerpo se estremecía al rozar los tuyos, hecho de algodón y lágrimas de ángel.
Cientos de momentos dulces, agradables, resumidos en un ligero beso, una mirada, un abrazo.
Mentiría si te dijera que no te quiero. Mentiría si te dijera que estoy hechizado. Y ahora, sólo me queda repetir aquello que un ideal le dijo, suavemente, a su amor en un parque cerca de un hospital y que tanta ternura llevaba en su voz:
"Ven conmigo"
I.D.
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