Si miramos un instante a nuestro alrededor, podremos ver que cada persona está ligada firmemente a una creencia. La creencia, por ejemplo, de un mañana mejor. La creencia de que se acaben las guerras, de que encontremos soluciones a nuestros problemas.
Es curioso como el ser humano ha buscado desde el principio de los tiempos algo en lo que creer. Dioses, seres mitológicos... No podría encontrar una respuesta firme a si existe algo más allá de nosotros, o no. No podría demostrar que ese Dios en el que muchas personas creen, no existe.
Sólo puedo asegurar que la creencia en algo superior hace cosas maravillosas. El ser humano necesita algo en lo que creer, algo que esperar. Cuando no te queda nada, cuando crees que lo has perdido todo, entonces es cuando necesitas pedir o creer que todo irá bien. Es magnífico y emocionante ver como algo tan efímero como la vida tiene como base la creencia.
A veces, nos empeñamos en intentar desmentir la existencia de la segunda mayor creencia que existe: La religión. Nosotros, humanos pecadores, creadores de males y problema radical en la Naturaleza, nos planteamos la posibilidad de destrozar algo que para muchas personas es la base de todo su día a día.
¿Qué más da? ¿Y si ellos quieren creer, qué más da?
Somos egoístas. Intentamos adjudicarle adjetivos con malas connotaciones a La Religión, cuando la ciencia que nos demuestra la supuesta inexistencia de Algo Superior es nuestra mayor creencia y la mayor Religión de todas. Intentamos exterminar la esperanza en corazones ancianos, que han visto con sus ojos como un mundo nacía de las cenizas de otro anterior.
Nosotros no creemos que exista algo más allá, porque sencillamente no hemos visto lo que otras personas sí. Muchos de nosotros no hemos visto sanar un cáncer, ni hemos visto como un paralítico se convierte en una de las personas más importantes en el mundo del deporte.
Algunos no hemos estado delante de un arma, y no hemos sobrevivido a una guerra, ni hemos estado recogiendo los escombros de nuestra casa, y al año siguiente vivir en unas condiciones inmejorables, con la familia que te quiere a tu lado. Tampoco hemos visto como un ciego recupera la vista, ni como un paciente en coma vuelve a su estado normal.
No hemos estado delante de esas situaciones, aunque algunas nos suenen. Yo, por ejemplo, no he visto ninguna. Pero sí que he oído hablar de ellas.
Quizás, ellos sí tengan algo en lo que creer. Alguien a quién adorar.
Yo no me hago entonces, responsable de exterminar esa ilusión, ese muro de piedra que levanta el hombre con sudor y que además, protege su corazón de instrumentos irracionales.
No. Cada humano debe creer en lo que así su corazón le dicte.
¿Acaso somos mejores que La Iglesia? ¿Acaso no confíamos nosotros en la Física, en las Matemáticas?
Somos infectados en un mundo infectado. Somos seres con creencias, y por mucho que nos pese siempre seremos así. Unos creerán en Dios. Otros en una ecuación matemática que responde a la relatividad entre espacio y tiempo.
¿Qué más da?
Al final, lo importante, es ver la sonrisa en ese rostro, confiando en que nunca, nunca y nunca le abandonará aquello en lo que cree.
Después de escribir ésto, me veo en la obligación de expresar mis creencias, aparte de las científicas como ya he dicho.
En lo que creo, es algo muy real. Es algo muy cercano a mi y que siempre está conmigo.
Creo en mí mismo. Hay que saber creer en uno mismo. Ahora, y siempre.
¿Y vosotros? ¿En qué creeis?
I.D.
sábado, 27 de febrero de 2010
miércoles, 24 de febrero de 2010
Agresividad
"Hacer la guerra y matar es malo, pero también es un error no estar preparado para denfederse. No tenemos cuchillos, así que hagamos una daga de cada dedo; nuestros garrotes han sido confiscados, así que convirtamos cada puño en un garrote; no tenemos lanzas, pero de cada brazo hagamos una lanza, y de cada mano abierta una espada."
Daruma - Fundador de la filosofía Zen
Vivimos en un mundo atrapado en la agresividad cotidiana. Nuestras manos son capaces de convertir el instrumento más impropio e inútil en el arma más mortal para otro ser humano.
En ésto, somos especialistas.
Durante toda la Humanidad, el ser humano ha desarrollado cientos de métodos para sanar el costipado, para hacer mejorar a una persona con gripe. Se ha logrado implantar pulmones de otras personas en cuerpos ajenos. Se ha logrado clonar una criatura de La Creación. Somos especialistas en convertir el mundo en nuestro mundo. Somos Dioses en una Creación menor.
Pero sin duda, en lo que más hemos avanzado es en matarnos. Aún, no hay cura al cáncer. Millones de personas mueren por enfermedades que podrían ser solucionadas. Cientos de miles mueren por gripe, aún hoy en nuestro siglo. Cientos de niños siguen cavando las tumbas de sus hermanos menores, sus padres. Y nosotros mientras desarrollamos una cabeza nuclear táctica, capaz de eliminar la población de una ciudad en cuestión de segundos, carbonizar los campos, desintegrar edificios o simplemente eliminar la vida.
El hombre necesita una luz que les guíe. No necesitamos un líder como nosotros: una persona con errores. Necesitamos algo en lo que creer, algo por lo que luchar y alguien a quién proteger. Aunque las tres sean en esencia la misma cosa: nosotros.
Necesitamos protegernos de nosotros mismos. Luchar por y contra nosotros mismos, creer en nosotros mismos.
Nosotros somos la respuesta a nuestro error. Somos la incógnita en la ecuación de la Existencia. Somos ese elemento indispensable pero innecesario que conforman nuestras constantes vitales en este planeta.
Todavía hoy me pregunto "¿por qué?"
En países orientales, sabios y otros "iluminados" establecían normas morales, "dojos" capaces de convertir a un hombre de armas en el mayor defensor de la paz que puede existir. Poseen una cultura no científica, que confía en conceptos tan extravagantes como "la energía Ki", el alma, la corriente vital y toda esa parafernaria que a nosotros, los occidentales, nos suena a Chino, nunca mejor dicho...
Hoy, sin embargo, iremos más allá. Avancemos, destrocemos las ideas rutinarias de que este mundo es agresivo, de que en realidad el ser humano tiende a luchar, a matar. Olvidemos cómo se empuña un arma, y conviertete en una. Olvidemos cómo odiar, y seremos infinitamente libres de rencores. Olvidemos cómo soñar, y deseemos alcanzar la meta que nos proponemos: Ser mejores que el Adán y Eva que Dios creó, ser humanos eternos. Dejemos nuestra huella en este mundo, pero sin pisar fuerte: apenas una sombra...
I.D.
En ésto, somos especialistas.
Durante toda la Humanidad, el ser humano ha desarrollado cientos de métodos para sanar el costipado, para hacer mejorar a una persona con gripe. Se ha logrado implantar pulmones de otras personas en cuerpos ajenos. Se ha logrado clonar una criatura de La Creación. Somos especialistas en convertir el mundo en nuestro mundo. Somos Dioses en una Creación menor.
Pero sin duda, en lo que más hemos avanzado es en matarnos. Aún, no hay cura al cáncer. Millones de personas mueren por enfermedades que podrían ser solucionadas. Cientos de miles mueren por gripe, aún hoy en nuestro siglo. Cientos de niños siguen cavando las tumbas de sus hermanos menores, sus padres. Y nosotros mientras desarrollamos una cabeza nuclear táctica, capaz de eliminar la población de una ciudad en cuestión de segundos, carbonizar los campos, desintegrar edificios o simplemente eliminar la vida.
El hombre necesita una luz que les guíe. No necesitamos un líder como nosotros: una persona con errores. Necesitamos algo en lo que creer, algo por lo que luchar y alguien a quién proteger. Aunque las tres sean en esencia la misma cosa: nosotros.
Necesitamos protegernos de nosotros mismos. Luchar por y contra nosotros mismos, creer en nosotros mismos.
Nosotros somos la respuesta a nuestro error. Somos la incógnita en la ecuación de la Existencia. Somos ese elemento indispensable pero innecesario que conforman nuestras constantes vitales en este planeta.
Todavía hoy me pregunto "¿por qué?"
En países orientales, sabios y otros "iluminados" establecían normas morales, "dojos" capaces de convertir a un hombre de armas en el mayor defensor de la paz que puede existir. Poseen una cultura no científica, que confía en conceptos tan extravagantes como "la energía Ki", el alma, la corriente vital y toda esa parafernaria que a nosotros, los occidentales, nos suena a Chino, nunca mejor dicho...
Hoy, sin embargo, iremos más allá. Avancemos, destrocemos las ideas rutinarias de que este mundo es agresivo, de que en realidad el ser humano tiende a luchar, a matar. Olvidemos cómo se empuña un arma, y conviertete en una. Olvidemos cómo odiar, y seremos infinitamente libres de rencores. Olvidemos cómo soñar, y deseemos alcanzar la meta que nos proponemos: Ser mejores que el Adán y Eva que Dios creó, ser humanos eternos. Dejemos nuestra huella en este mundo, pero sin pisar fuerte: apenas una sombra...
I.D.
"El espíritu del Zen arma al hombre de paz...
... y pacifica al hombre de armas..." - Daruma
... y pacifica al hombre de armas..." - Daruma
domingo, 21 de febrero de 2010
Extraña sensación

Tengo esa extraña sensación de estar haciendo cosas que en un momento, ya hice. Esa sensación de ser la sombra de alguien que no eres tú, de ser la secuencia de palabras que un destino incierto y desconocido dicta al oído a tus pensamientos.
¿Por qué hoy sigo pensando así? ¿Acaso no es suficiente con vivir así?
Al parecer, no. Hoy más que nunca siento esa placentera comodidad de saber que las cosas que quiero hacer están hechas, y que soy el único caminante que deja mis huellas, sin seguir ningún camino de baldosas amarillas que me lleven a la Tierra de Oz.
Me encanta escuchar lo que en silencio se dice, lo que las miradas leen sin saber el idioma del corazón. Otra vez esa absurda ansiedad por querer reventar sin más, de no saber qué escribir e intentar expresar lo que mis neuronas relacionan entre sí.
Como aquel día.
Sin embargo, aún no hemos terminado. El camino es largo, y las pruebas suficientes. Convirtámonos en nuestros guardianes, sin mirar objeto de malos augurios. Dejaré de llorar perdones y hablaré sólo de lo que tú no sabes, para que puedas conocer, a través de mi...
... qué es lo que ocultan nuestros ojos...
I.D.
jueves, 18 de febrero de 2010
Carta a un Camarada
A veces, cuando estamos en esa línea delgada que no nos permite diferenciar entre realidad y paranoia, es cuando recurrimos a nuestro más preciado fusil: la meta a alcanzar.
Nosotros, civiles de una guerra sin cuartel entre los miembros de la sociedad, somos lo que tenemos pendiente por hacer, lo que deseamos y lo que imaginamos.
Pero tú eres más que eso. Tú no eres un civil que quite los escombros de la calle: eres el combatiente de los dos bandos, una pieza elemental en una guerra necesaria.
Tú, Camarada, eres exactamente lo que eres. Un Camarada de la sociedad, un elemento indispensable de la misma. Eres un elemento indiscutible que se insertó en nuestro grupo tiempo ha, cambiando nuestra forma de pensar, vivir y de ver las cosas. Quizás, sin ti, no estaría aquí, ni así.
¿Quién sabe? Yo no me atrevería a desmentirlo.
Bien sabes, Camarada, que tengo lo que tengo por mucho más de lo que soy: tengo lo que tengo por vosotros.
Y en última instancia, Camarada, tengo lo que tengo por dos personas, de las cuales tú eres una de ellas.
Camarada, pocos pueden presumir de tener mi sincera gratitud. La amistad no es algo que se forje con palabras, si no con tiempo y actos.
Esto es un blog vacío, palabras acumuladas que entraran por tus ojos e irán formando imágenes mentales o quizás pensamientos que te traigan recuerdo de ciertos momentos de nuestra vida.
O quizás sean más que palabras, y lo que te esté diciendo es que si mañana muriese y me preguntasen si me arrepiento de conocerte, con voz firme, segura y clara diría: No. Nunca me arrepentiría de conocer a una persona excepcional.
A un maestro que me ha enseñado tantas veces por dónde caminar. A un General que ha comandado sus consejos por las líneas de fuego enemigas, y ha adquirido experiencia por la súbita derrota, y las esperadas victorias.
Así eres. Un soldado de la sociedad, un general en el pensamiento.
Pero ante todo, eres un hermano para nosotros. Y para mi, un maestro.
Da Svidanyia, Camarada.
Felicidades.
Nosotros, civiles de una guerra sin cuartel entre los miembros de la sociedad, somos lo que tenemos pendiente por hacer, lo que deseamos y lo que imaginamos.
Pero tú eres más que eso. Tú no eres un civil que quite los escombros de la calle: eres el combatiente de los dos bandos, una pieza elemental en una guerra necesaria.
Tú, Camarada, eres exactamente lo que eres. Un Camarada de la sociedad, un elemento indispensable de la misma. Eres un elemento indiscutible que se insertó en nuestro grupo tiempo ha, cambiando nuestra forma de pensar, vivir y de ver las cosas. Quizás, sin ti, no estaría aquí, ni así.
¿Quién sabe? Yo no me atrevería a desmentirlo.
Bien sabes, Camarada, que tengo lo que tengo por mucho más de lo que soy: tengo lo que tengo por vosotros.
Y en última instancia, Camarada, tengo lo que tengo por dos personas, de las cuales tú eres una de ellas.
Camarada, pocos pueden presumir de tener mi sincera gratitud. La amistad no es algo que se forje con palabras, si no con tiempo y actos.
Esto es un blog vacío, palabras acumuladas que entraran por tus ojos e irán formando imágenes mentales o quizás pensamientos que te traigan recuerdo de ciertos momentos de nuestra vida.
O quizás sean más que palabras, y lo que te esté diciendo es que si mañana muriese y me preguntasen si me arrepiento de conocerte, con voz firme, segura y clara diría: No. Nunca me arrepentiría de conocer a una persona excepcional.
A un maestro que me ha enseñado tantas veces por dónde caminar. A un General que ha comandado sus consejos por las líneas de fuego enemigas, y ha adquirido experiencia por la súbita derrota, y las esperadas victorias.
Así eres. Un soldado de la sociedad, un general en el pensamiento.
Pero ante todo, eres un hermano para nosotros. Y para mi, un maestro.
Da Svidanyia, Camarada.
Felicidades.
martes, 16 de febrero de 2010
Lugar...
Si abres los ojos, la luz del amanecer te ciega. Giras la cabeza y te tapas con los brazos la cara, parpadeando y mirando alrededor despacio, acostumbrando tu vista al paisaje.
Todo está lleno de vasos, botellas, trozos de disfraces, móviles rotos, alguna que otra chaqueta perdida... Y el dulce aroma del desenfreno y la fiesta.
Tu cabeza te da vueltas, y te ves semidesnudo en la calle, con un vaso vertido a escasos centímetros tuyas, aún en tu mano.
Te levantas como puedes y te arrastras, débilmente, rozando con tu mano las paredes que tu mente crea para apoyarte y caes al suelo una, y otra, y otra vez.
Aún ves a algún rezagado, alguna sombra que se retira a su casa, a dormir. Donde deberías estar tú.
En casa.
¿De dónde eres? O mejor... ¿A dónde vas?
Te sientes extraño en este mundo, sientes que tu lugar está lejos de aquí. Tu sonrisa se pierde entre tus recuerdos, y ahora el mareo se hace más fuerte e intenso. Tu casa. Tu lugar.
No es que no lo recuerdes: es que no eres de aquí. Este lugar es demasiado complicado para ti, demasiadas aventuras y peligros para una mente como la tuya, para un cuerpo como el tuyo. Te ves reflejado en un cristal, y tu imagen distorsionada te permite observar un resquicio de locura en tus gestos.
Necesitas irte.
Lo necesitas.
Te mueves desesperadamente, te giras, corres, gritas, lloras, suplicas... De repente, un sonido atronador se acerca y alcanzas a ver el frontal del camión antes de caer al suelo. Abres lentamente los ojos y crees ver tu alma partir. El camionero se baja, y te mira. Con una sonrisa irónica, se monta y se marcha de nuevo. Nadie te socorre, porque nadie te ve.
Tú ya no estás ahí.
Ahora estás en casa.
I.D.
Todo está lleno de vasos, botellas, trozos de disfraces, móviles rotos, alguna que otra chaqueta perdida... Y el dulce aroma del desenfreno y la fiesta.
Tu cabeza te da vueltas, y te ves semidesnudo en la calle, con un vaso vertido a escasos centímetros tuyas, aún en tu mano.
Te levantas como puedes y te arrastras, débilmente, rozando con tu mano las paredes que tu mente crea para apoyarte y caes al suelo una, y otra, y otra vez.
Aún ves a algún rezagado, alguna sombra que se retira a su casa, a dormir. Donde deberías estar tú.
En casa.
¿De dónde eres? O mejor... ¿A dónde vas?
Te sientes extraño en este mundo, sientes que tu lugar está lejos de aquí. Tu sonrisa se pierde entre tus recuerdos, y ahora el mareo se hace más fuerte e intenso. Tu casa. Tu lugar.
No es que no lo recuerdes: es que no eres de aquí. Este lugar es demasiado complicado para ti, demasiadas aventuras y peligros para una mente como la tuya, para un cuerpo como el tuyo. Te ves reflejado en un cristal, y tu imagen distorsionada te permite observar un resquicio de locura en tus gestos.
Necesitas irte.
Lo necesitas.
Te mueves desesperadamente, te giras, corres, gritas, lloras, suplicas... De repente, un sonido atronador se acerca y alcanzas a ver el frontal del camión antes de caer al suelo. Abres lentamente los ojos y crees ver tu alma partir. El camionero se baja, y te mira. Con una sonrisa irónica, se monta y se marcha de nuevo. Nadie te socorre, porque nadie te ve.
Tú ya no estás ahí.
Ahora estás en casa.
I.D.
domingo, 14 de febrero de 2010
Luna y serpiente

Me conocí a mi mismo, sentado en la mesa solitaria que está en el centro de ese antro. Ahí, justo ahí.
Cuando entré, me vi llorando la pérdida de las costumbres, y mi falta de atención a los suaves estímulos de la vida. Me vi ahogando mis recuerdos en una copa sucia de ron añejo y mis ropas, echa jirones, me transmitieron la más dura de las lástimas.
Lentamente me acerqué a mi, y me quedé cerca, escuchando los susurros inaudibles de una persona que ahora estaba pidiéndome en silencio una sonrisa.
Me senté a mi lado, y me hablé durante toda la noche. No levanté la mirada de la copa, pero sabía que me estaba escuchando.
Me conté cientos de historias, y me relaté cientos de cuentos. Mi mirada no se despegó del vaso hata que me levanté, me puse una mano sobre mi hombro y con un susurro le dije:
- Siempre nos quedará arrastrarnos bajo la luna, como serpientes, sabiendo que tenemos que conformarnos con verla desde el más sucio suelo...
Entonces si levanté la mirada. Me miré y me vi allí, hablándome sobre la vida a mi mismo.
Dejé la copa a un lado, y rompí a llorar. Sonreí, mientras me iba, cuando mi voz, rota por el silencio que había mantenido, me susurró desde la mesa central de aquel antro de allí:
- Siempre nos quedará arrastrarnos bajo la luna... como serpientes...
Y desde aquel día, no volví a saber de mi...
I.D.
sábado, 13 de febrero de 2010
Fito y Fitipaldis - Antes de que cuente diez
"Puedo escribir y no disimular
es la ventaja de irse haciendo viejo
no tengo nada para impresionar
ni por fuera ni por dentro
la noche en vela va cruzando el mar
porque los sueños viajan con el viento
y en mi ventana sopla en el cristal
mira a ver si estoy despierto.
Me perdí en un cruce de palabras
me anotaron mal la dirección
ya grabé mi nombre en una bala
ya probé la carne de cañón
ya lo tengo todo controlado
y alguien dijo no no no no no
y ahora viene el viento de otro lado
déjame el timón
y alguien dijo no no no.
Lo que me llevará al final
serán mis pasos no el camino
no ves que siempre vas detrás
cuando persigues al destino
siempre es la mano y no el puñal
nunca es lo que pudo haber sido
no es porque digas la verdad
es porque nunca me has mentido.
No voy a sentirme mal
si algo no me sale bien
he aprendido a derrapar
y a chocar con la pared
que la vida se nos va
como el humo de ese tren
como un beso en un portal
antes de que cuente diez
y no volveré a sentirme extraño
aunque no me llegue a conocer
y no volveré a quererte tanto
y no volveré a dejarte de querer
deje de volarme un día en el barro
y entre tanto barro me encontré
algo de calor sin tus abrazos
ahora sé que nunca volveré."
I.D.
lunes, 8 de febrero de 2010
No sé qué hacer...
Ya no sé qué hacer cuando tus caricias rozan mis pensamientos, cuando todo es diferente sobre el mismo sitio. Cuando me siento como un niño que no quiere aceptar la realidad, cuando no sé hasta cuanto contar mientras escondemos nuestros secretos sin mirar.
No sé qué hacer cuando olvido mi nombre para recordar el tuyo, cuando intento respirar por los dos. Tenemos el mismo billete con distintas paradas, y no sé seguir en ese tren si te bajas.
No sé qué hacer mientras espero, mientras veo el mundo que te rodea como una espiral de daños y alegrías. Siento que es tiempo de exhalar todo el tiempo que perdí mientras te miraba, y rehacer mis costumbres en algún tejado, a la luz de las velas, contemplando las estrellas.
No sé qué hacer cuando tu mirada se clava en mí, cuando con dulces palabras me gritas la verdad, y yo no quiero oírla.
Pero sin embargo, sé que por encima de todo eso, hay canciones que me recuerdan a tus gestos, a tus labios. Hay veces en las que el viento sopla en dirección opuesta a mi mirada, y arrastra tu olor, y sé que estás ahí. También sé que es un camino que he de recorrer solo, andando sobre mis errores, y dando vueltas muy cerca de ti, esperando la decisión que me diga si todo esto ha merecido la pena, o si por el contrario solo éramos dos lobos de distinta manada…
I.D.
No sé qué hacer cuando olvido mi nombre para recordar el tuyo, cuando intento respirar por los dos. Tenemos el mismo billete con distintas paradas, y no sé seguir en ese tren si te bajas.
No sé qué hacer mientras espero, mientras veo el mundo que te rodea como una espiral de daños y alegrías. Siento que es tiempo de exhalar todo el tiempo que perdí mientras te miraba, y rehacer mis costumbres en algún tejado, a la luz de las velas, contemplando las estrellas.
No sé qué hacer cuando tu mirada se clava en mí, cuando con dulces palabras me gritas la verdad, y yo no quiero oírla.
Pero sin embargo, sé que por encima de todo eso, hay canciones que me recuerdan a tus gestos, a tus labios. Hay veces en las que el viento sopla en dirección opuesta a mi mirada, y arrastra tu olor, y sé que estás ahí. También sé que es un camino que he de recorrer solo, andando sobre mis errores, y dando vueltas muy cerca de ti, esperando la decisión que me diga si todo esto ha merecido la pena, o si por el contrario solo éramos dos lobos de distinta manada…
I.D.
domingo, 7 de febrero de 2010
PALABRAS PARA JULIA
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
José Agustín Goytisolo
sábado, 6 de febrero de 2010
Luna

... hablo de esas noches, sentados en el suelo de tu terraza contemplando como la luna poco a poco aparece, como si escalase entre las altas torres de viviendas de la ciudad, y se muestra espléndida ante ti, en esa noche oscura que el sol ha traído en su espalda.
Esa luna es blanca, pura. Es una luz de plata que baña todas las caras de la tierra sin distinción. Baña las caras de policías, terroristas, ladrones y banqueros, jugadores de fútbol y niños que juegan al escondite en el manto de estrellas que les viene encima. Esas personas, aparentemente tan distintas están siendo bañadas por la misma luna que tú ahora estás observando con detenimiento. Y eso te resulta hermoso porque es ahí donde te das cuenta de que sois humanos. Humanos bañados por la misma luz de plata, por la misma intensidad.
Y tú te sientes bien ahora, sabiendo que todos sois iguales, que la luna es la única que no hace distinción de razas, culturas, ni color de pieles. Sencillamente se limita a mirarnos, enaltecida por nuestras plegarias de sueños y esperanzas, desde esa eterna noche que aún admiramos, sin conocer todos sus secretos.
Al fin y al cabo somos eso. Frutos de nuestros deseos, de nuestras pequeñas lunas en el interior.
Ya es tarde. La luna se va, y el sol vuelve a nacer, clavando agujas anaranjadas en el horizonte. Me voy ya, que ahora necesito descansar.
Quiero volver a verte, Luna.
jueves, 4 de febrero de 2010
Amarte...
Quiero amarte en silencio pero quiero gritarle al destino que ahora, mandamos nosotros...
I.D.
"- ¿Me estás espiando?
- No, ¿por qué lo dices?
- Porque siempre estás ahí... cuando más lo necesito..."
I.D.
"- ¿Me estás espiando?
- No, ¿por qué lo dices?
- Porque siempre estás ahí... cuando más lo necesito..."
lunes, 1 de febrero de 2010
Firmeza, seguridad.
Mírate.
Eres una joven luchadora, atrapada en un mundo que te pide a voces que te hagas fuerte, de hielo. Vives como otros sólo añorarían. Miras al frente, día a día, y das un paso, asegurándote de que el terreno para el siguiente está despejado.
Te envidio. Luchadora, firme, serena. Eres como una serpiente letal, atrapada en un cuerpo humano, esperando cada momento adecuado, cada simple reacción para tomar una decisión apresurada, y no fallar.
Quizás envidie esa forma de afrontar el error, de corregir los problemas. Miras al frente, con mirada resuelta, con sentimiento contenido. Sonríes, y donde otros dirían "basta" tú dices: "¿parar ahora?"
Siempre llegas donde quieres. Tienes lo que puedes desear, y hoy te lo digo.
Sea lo que sea, si lo quieres, lo tienes.
Somos producto de nuestra experiencia, y tú eres la figura de la paciencia, de la sensatez.
Llegarás donde muchos otros se han quedado pensando, mientras actúas, mientras deduces a una velocidad vertiginosa para cualquier mente mortal.
Tú, eres la firmeza de la esperanza, la luz de la luna reflejada sobre el agua de ese estanque, tranquilo, apacible.
Hasta que se le tira una piedra, que las ondas alteran su forma.
Relájate. Siéntete feliz, sonríe y hacia delante siempre.
Como un día dijeron unos sabios:
"Nada hay bajo el sol que no tenga solución, nunca una noche venció a un amanecer..."
Ahora y siempre. Se tú misma.
I.D.
Eres una joven luchadora, atrapada en un mundo que te pide a voces que te hagas fuerte, de hielo. Vives como otros sólo añorarían. Miras al frente, día a día, y das un paso, asegurándote de que el terreno para el siguiente está despejado.
Te envidio. Luchadora, firme, serena. Eres como una serpiente letal, atrapada en un cuerpo humano, esperando cada momento adecuado, cada simple reacción para tomar una decisión apresurada, y no fallar.
Quizás envidie esa forma de afrontar el error, de corregir los problemas. Miras al frente, con mirada resuelta, con sentimiento contenido. Sonríes, y donde otros dirían "basta" tú dices: "¿parar ahora?"
Siempre llegas donde quieres. Tienes lo que puedes desear, y hoy te lo digo.
Sea lo que sea, si lo quieres, lo tienes.
Somos producto de nuestra experiencia, y tú eres la figura de la paciencia, de la sensatez.
Llegarás donde muchos otros se han quedado pensando, mientras actúas, mientras deduces a una velocidad vertiginosa para cualquier mente mortal.
Tú, eres la firmeza de la esperanza, la luz de la luna reflejada sobre el agua de ese estanque, tranquilo, apacible.
Hasta que se le tira una piedra, que las ondas alteran su forma.
Relájate. Siéntete feliz, sonríe y hacia delante siempre.
Como un día dijeron unos sabios:
"Nada hay bajo el sol que no tenga solución, nunca una noche venció a un amanecer..."
Ahora y siempre. Se tú misma.
I.D.
Control
Somos incapaces de reconocer la derrota moral. Somos marionetas en manos de nuestro propio sentimiento y pensamiento, hasta que decidimos cambiar esa norma estricta.
No dejan de ser nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Nosotros somos los únicos guías en el sendero, la única esperanza que albergar cuando nada nos quede.
Nosotros y sólo nosotros. Nuestra soledad, nuestra fortaleza interna. Nuestros muros de hielo y nuestras paredes de papel. Todo eso, somos nosotros.
Al menos eso crees. Eso creemos hasta que de repente, una luz tan fuerte que te impide ver ilumina tu interior, y te nubla los sentidos. Unos carnosos labios te susurran palabras que desconocías, y unas manos acarician tu piel haciéndote sentir mucho más de lo que eres.
Te abandonas a ese sentimiento, creyendo que sólo tú podrás controlarlo. Pero no es así. Ya no.
Ya no te dominas, ya no eliges tu camino. Te has vuelto presa del miedo a perder, del pánico a estar solo. Ahora, ya no eres quién creíste ser.
Es tan sencillo jugar con las palabras y los gestos, que te duele que sea tan real. Es algo hermoso, cierto, pero también muy doloroso.
Ahora tus ojos anhelan su mirada, y tus labios encarecen el precio de la victoria hasta desear únicamente los suyos.
Pero llegarán los tiempos en los que sólo una persona era importante para ti. En los que vuestro camino era de uno, con las mismas metas y objetivos. Dejarás de desear su mirada, y empezarás a anhelar esa compañía que creíste abandonada, y que siempre estuvo ahí. Y esa compañía eres tú. El mismo guardián de siempre. La misma espada que se interpone entre la realidad y tu corazón. Siempre alerta, siempre presente.
A veces desearía dejar de complicar tanto las cosas. Pero me es imposible. Soy como soy.
Y soy quién soy.
Recuerda quién te enseñó todo.
Nunca olvides quién es tu guardián.
I.D.
No dejan de ser nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Nosotros somos los únicos guías en el sendero, la única esperanza que albergar cuando nada nos quede.
Nosotros y sólo nosotros. Nuestra soledad, nuestra fortaleza interna. Nuestros muros de hielo y nuestras paredes de papel. Todo eso, somos nosotros.
Al menos eso crees. Eso creemos hasta que de repente, una luz tan fuerte que te impide ver ilumina tu interior, y te nubla los sentidos. Unos carnosos labios te susurran palabras que desconocías, y unas manos acarician tu piel haciéndote sentir mucho más de lo que eres.
Te abandonas a ese sentimiento, creyendo que sólo tú podrás controlarlo. Pero no es así. Ya no.
Ya no te dominas, ya no eliges tu camino. Te has vuelto presa del miedo a perder, del pánico a estar solo. Ahora, ya no eres quién creíste ser.
Es tan sencillo jugar con las palabras y los gestos, que te duele que sea tan real. Es algo hermoso, cierto, pero también muy doloroso.
Ahora tus ojos anhelan su mirada, y tus labios encarecen el precio de la victoria hasta desear únicamente los suyos.
Pero llegarán los tiempos en los que sólo una persona era importante para ti. En los que vuestro camino era de uno, con las mismas metas y objetivos. Dejarás de desear su mirada, y empezarás a anhelar esa compañía que creíste abandonada, y que siempre estuvo ahí. Y esa compañía eres tú. El mismo guardián de siempre. La misma espada que se interpone entre la realidad y tu corazón. Siempre alerta, siempre presente.
A veces desearía dejar de complicar tanto las cosas. Pero me es imposible. Soy como soy.
Y soy quién soy.
Recuerda quién te enseñó todo.
Nunca olvides quién es tu guardián.
I.D.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)