Es tarde, necesitaría estar durmiendo, porque mañana vuelvo a clase.
Pero me he parado un momento a pensar, y en esos instantes donde el sueño y la realidad se tornan similares, es cuando he pensado en algo, y con un esfuerzo (bastante) grande, me he levantado a coger el portátil, y escribir esto.
Si me paro a pensar, me siento como un niño. Un niño pequeño, cuyos miedos son tan exactos y claros como el miedo al fuego, arañas, agujas... Pero no en ese tipo de trivialidades. Es un miedo mucho más interno, pero similar a ese sentimiento. Es un miedo a perder, perderlo todo, y no conseguir nada de lo que me proponga. Es tener miedo a que me miren por encima y con la cara enternecedora con la que le haces carrantoñas a un bebé, me animes desoladoramente a continuar en algo que, como yo mismamente pienso, no tiene ningún sentido.
Es esa sensación de haber crecido, y haber madurado. Esa es la sensación que más rabia me da: suponía que al crecer los miedos se irían llendo. Un chico, siempre quiere y desea con todas sus ganas crecer, para hacer "lo que ellos quieran".
Sin embargo, cuanto más creces, más limitado te ves. Más normas te absorben y más miedo se acrecentan.
Esta sensación es horrible. Pero no puedo pensar en eso ahora. No, porque lo tengo todo.
Y cuando lo dudo, me asomo timidamente a la puerta del cuarto, y veo algo que me gusta ver. Un poco de independencia. Un poco de "ser yo".
Y un poco de amistad en el ambiente.
¿Cuanto duran las ilusiones? Espero... Espero que mucho.
Porque las ilusiones son la fuente del valor más profundo: Aquiles estaba lleno de ilusiones...
I.D.
jueves, 30 de septiembre de 2010
lunes, 13 de septiembre de 2010
Extraños
Amanece cada día al igual que anochece. Nada parece cambiar el curso de la naturaleza, el hecho de que aquí nosotros somos los intrusos. Cuando paso cerca del río, y me siento a la orilla, miro a mi alrededor. No veo un agua natural y limpia, si no un agua pestilente, contaminada de residuos. Veo obras, maquinaria pesada. La orilla se resiente, y la naturaleza tiende a seguir su curso.
Pero da igual. Eso, a nosotros nos da completamente igual.
Nos importa más bien poco, y nos reímos cuando vemos a alguien añorar algo que puede existir, si quisiéramos. Nos reímos de dulces ilusos, que les encantaría poder callar y oír el viento entre las ojas de los árboles. El césped moviéndose, creciendo y haciendo como si nada estuviera ahí.
Pero no oímos eso. Oímos coches, ruido.
Pero bueno.
¿Qué más da eso, verdad?
Es tiempo de ir y venir. Avanzar y crecer.
Tiempo turbio, extraño.
I.D.
Pero da igual. Eso, a nosotros nos da completamente igual.
Nos importa más bien poco, y nos reímos cuando vemos a alguien añorar algo que puede existir, si quisiéramos. Nos reímos de dulces ilusos, que les encantaría poder callar y oír el viento entre las ojas de los árboles. El césped moviéndose, creciendo y haciendo como si nada estuviera ahí.
Pero no oímos eso. Oímos coches, ruido.
Pero bueno.
¿Qué más da eso, verdad?
Es tiempo de ir y venir. Avanzar y crecer.
Tiempo turbio, extraño.
I.D.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)